Tamara Drewe (2010)

“Tamara Drewe” es una película de ese tipo que te deja pensando, no necesariamente en un sentido positivo. Es un retrato inquietante y a veces perturbador de la envidia, la obsesión y la superficialidad que pueden esconderse bajo la fachada idílica de un pueblo inglés rural. La dirección de Trent Williams, con un estilo visual distintivo y una paleta de colores vibrante que contrasta con la monotonía del paisaje, establece inmediatamente un tono peculiar y casi onírico. Williams consigue evocar la atmósfera de un lugar donde todo está filtrado a través de las percepciones subjetivas de sus habitantes.

Rachel Weisz, en el papel principal, ofrece una actuación magistral. Llevaba tiempo sin verla con tanta fuerza y convincente. Su Tamara es un personaje complejo y contradictorio: vulnerable pero manipuladora, inteligente y torpe, bella pero con cicatrices emocionales. Weisz transmite a la perfección esa dualidad, mostrando la fragilidad de una mujer que ha aprendido a usar su atractivo para obtener lo que quiere, pero que aún anhela una conexión genuina. La química que establece con algunos de los personajes secundarios es especialmente efectiva, particularmente con Ben Miles como el ex novio, un joven desilusionado con un pasado turbio que se convierte en un catalizador clave de la historia.

El guion, adaptado de la novela de Posy Collingbourne, está plagado de situaciones incómodas y diálogos mordaces. La película no rehúye de la oscuridad de las pasiones humanas, explorando la manipulación, el engaño y el daño emocional que puede causar la envidia. Si bien la trama principal se desarrolla en un ritmo pausado, lo que permite la construcción del ambiente y el estudio de los personajes, hay momentos de tensión palpable y de revelaciones impactantes. La historia se centra en la represión y la necesidad de expresión, mostrando cómo la sociedad, incluso la más aparentemente tranquila, puede albergar deseos ocultos y secretos que salen a la luz cuando se desafían las convenciones sociales.

No obstante, la película no está exenta de algunas fallas. El ritmo, si bien contribuye a la atmósfera, puede resultar lento para algunos espectadores. Además, algunos personajes secundarios se sienten un poco planos y sus motivaciones no siempre están completamente desarrolladas. La trama, en ocasiones, se vuelve un tanto retorcida, y la resolución, aunque satisfactoria, podría haber sido aún más impactante. A pesar de estas pequeñas deficiencias, “Tamara Drewe” es una película provocadora y visualmente atractiva, que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y los secretos que nos llevamos dentro. La película es una disección de la obsesión y una reflexión sobre la dificultad de escapar del pasado, incluso cuando nos creemos que lo hemos hecho.

Nota: 7/10