Todd Field no simplemente nos entrega una película, sino que nos sumerge en el universo obsesivo y profundamente complejo de Lydia Tár, la legendaria directora de orquesta. “TÁR” es una pieza cinematográfica inquietante y magistral, que explora la ambición desmedida, la manipulación sutil y las consecuencias del poder, todo ello envuelto en un aura de elegancia y sofisticación que te atrapa desde el primer momento.
La dirección de Field es, sin duda, el elemento más destacable. La película se construye a través de la observación, de la meticulosa construcción de escenas que respiran tensión y una profunda introspección. Field no busca dar respuestas fáciles al espectador; más bien, nos ofrece un retrato multifacético de Tár, presentando sus logros y sus contradicciones sin juzgarla. La fotografía, con sus tonalidades grises y la cuidada selección de colores, contribuye a crear una atmósfera opresiva, que refleja la mente atormentada de la protagonista. El uso del sonido, especialmente la música –obviamente–, es integral para el desarrollo de la trama, convirtiéndose en una extensión de la psique de Tár.
Cate Blanchett, en su papel, concede un trabajo monumental. Su interpretación de Lydia Tár es absolutamente deslumbrante, un ejercicio de control absoluto y una vulnerabilidad contundente. Blanchett no solo imita la postura o el tono de voz de una directora de orquesta; se convierte en Lydia Tár, adoptando su lenguaje, su mirada, su forma de pensar. La actuación es sutil pero devastadora, transmitiendo la arrogancia, la inteligencia, la frustración y la soledad de la protagonista con una maestría impresionante. A menudo, la actuación se reduce a miradas intensas, a silencios estratégicos, lo que eleva la calidad de la interpretación al máximo.
El guion, adaptado de una pieza teatral, es inteligente y ambicioso. La trama, centrada en la grabación de una sinfonía, se convierte en un microcosmos para explorar temas como la creatividad, la fama, el control, el poder y la identidad. Las conversaciones entre Tár y sus colaboradores, a menudo teñidas de una jerga musical compleja, son fascinantes y reveladoras. Sin embargo, la película no se queda en la mera descripción de la vida de una figura pública; explora las profundidades de su mente, sus miedos y sus obsesiones. La escritura logra crear un sentido de incomodidad persistente, una sensación de que algo está mal, incluso cuando la situación parece controlada. El ritmo pausado, a veces incluso lento, permite que el espectador se sumerja por completo en el universo de la protagonista, mientras que la revelación final es impactante y profundamente perturbadora.
“TÁR” no es una película para todos los gustos. Requiere atención, paciencia y disposición a aceptar la ambigüedad. Pero para aquellos que se permitan perderse en su atmósfera inquietante y su profundo análisis de la psique humana, es una obra maestra del cine contemporáneo.
Nota: 9/10