Tarzán (1999)

“Tarzán” (1994) es mucho más que una simple aventura para niños; es una reinterpretación moderna y visualmente deslumbrante del mito clásico, que ofrece un espectáculo cinematográfico digno de estudio. Dirigida magistralmente por Roger Crabtree, la película se adentra en un universo visualmente rico, con una jungla que se siente verdaderamente viva y palpitante. La CGI, para su época, era asombrosa y todavía se aprecia en la fluidez de los movimientos de Tarzán, su capacidad para deslizarse entre las lianas con una gracia sorprendente, y en la apariencia de los animales, todos ellos increíblemente detallados. Crabtree no se limita a crear un decorado fantástico; la jungla se convierte en un personaje más, con sus propios ritmos, peligros y secretos, que impregnan la narrativa y la atmósfera.

Las actuaciones son otro punto fuerte de la película. Johnny Depp, en su debut en la gran pantalla, entrega una interpretación memorable de Tarzán, capturando la inocencia, la curiosidad y la fuerza juvenil del personaje. Su química con el equipo de animales, interpretado por un elenco de voces excepcional – Gabriel Byrne como Terk, Wayne Knight como Kerchak y Rosie O'Donnell como Jane – es genuina y divertida. Wayne Knight, en particular, aporta una gran dosis de sarcasmo y malhumor a su papel como el jefe de la manada, creando un antagonista memorable y, a su vez, entrañable. Rosie O’Donnell, a pesar de la inicial controversia por su elección para el papel, logra transmitir la vulnerabilidad y la determinación de Jane de una manera convincente, estableciendo una relación de mentoría y admiración con Tarzán que es el corazón emocional de la película.

El guion, adaptado de la obra de Edgar Rice Burroughs, no se aferra rígidamente al material original, sino que lo expande y lo reinterpreta con sensibilidad. Se centra en la relación entre Tarzán y Jane, explorando temas como la identidad, la pertenencia y la lucha entre la civilización y la naturaleza. La trama principal, aunque predecible, está bien construida y mantiene el interés del espectador gracias a las constantes escenas de acción y aventura. La película tiene un ritmo ágil, evitando momentos de lentitud y manteniendo la acción constante, aunque a veces la resolución de conflictos resulta un tanto simplificada. Sin embargo, el guion, en su conjunto, se beneficia de la libertad creativa que otorga el rodaje en un entorno natural, incorporando elementos que enriquecen la experiencia visual y emocional.

En definitiva, “Tarzán” es una película que trasciende su condición de entretenimiento familiar. Es un homenaje a la imaginación, a la belleza natural y a la fuerza de la conexión entre los seres vivos. Aunque con algunos defectos técnicos y narrativos, su impacto visual y emocional perdura. Se trata de una película que, a pesar del paso de los años, sigue siendo capaz de cautivar al público de todas las edades, recordando la importancia de la aventura y la búsqueda de uno mismo.

Nota: 7.5/10