Tarzán (2013)

El reciente “Tarzán” de David Yates es un intento audaz, y en gran medida fallido, de revitalizar una franquicia que ha resistido el paso del tiempo con una nostalgia nostálgica y una estética desfasada. Si bien la película sí que logra un impacto visual considerable, especialmente en sus escenas de acción y en su recreación de la selva africana, falla significativamente en otros aspectos cruciales, como el desarrollo del personaje y la construcción de una narrativa convincente.

La dirección de Yates, conocida por su trabajo en la saga de “Harry Potter”, busca un equilibrio entre la aventura clásica y la modernidad, y en este sentido, alcanza un cierto nivel. Las secuencias de Tarzán a través de la jungla, utilizando efectos especiales para simular el vuelo, son impresionantes y, a veces, incluso emocionantes. Sin embargo, esta apuesta por la espectacularidad visual parece, en muchos casos, eclipsar la historia, convirtiéndose en un espectáculo visual a expensas de la trama. Yates claramente se centra en mostrar la destreza de Tarzán, pero a menudo a costa de una profundidad emocional que sería necesaria para conectar verdaderamente con el personaje.

Alexander Skarsgård, como Tarzán, ofrece una interpretación físicamente convincente. Su transformación de un joven médico europeo a un hombre salvaje y conectado con la naturaleza es, en principio, un arco de personaje prometedor. Sin embargo, su actuación, aunque competente, carece de la fuerza emocional y la complejidad que se exigiría a un protagonista tan icónico. Su Tarzán se siente a menudo distante, incluso frío, lo que dificulta la empatía del espectador. La relación entre Tarzán y Jane Porter (Margot Robbie) es, lamentablemente, superficial y poco convincente. La química entre los actores es notablemente ausente, lo que contribuye a la sensación general de desapego con el romance central de la película.

El guion, escrito por David Lancaster y Derek Kolstad, es quizás el aspecto más débil de “Tarzán”. La historia es predecible, llena de clichés de la narrativa de "el salvaje criado por animales" y carente de originalidad. La amenaza del villano, un CEO despiadado, se siente desproporcionada y poco elaborada, como si hubiera sido tomada de un libro de clichés. El conflicto, la lucha por el control de los recursos naturales, es presentado de una manera simplificada y poco convincente, reduciendo la historia a un mero vehículo para las escenas de acción. Se podría haber explorado una reflexión más profunda sobre el colonialismo, la explotación de los recursos y la relación entre la naturaleza y la civilización, pero estas posibilidades son ignoradas a favor de un entretenimiento superficial.

A pesar de sus efectos visuales impresionantes y algunos momentos de acción bien ejecutados, “Tarzán” es una decepción. Se siente como una película que podría haber sido mucho más, una oportunidad perdida para revitalizar un clásico cinematográfico con una visión fresca y una narrativa sólida. En definitiva, es una película entretenida pero vacía, que se queda en la superficie sin alcanzar la profundidad necesaria para conectar con el espectador a un nivel emocional y narrativo.

Nota: 5/10