“Te quiero, imbécil” es una comedia romántica moderna que, a pesar de sus evidentes influencias del género, logra construir una experiencia cinematográfica más allá de la simple búsqueda de un algoritmo para encontrar el amor. Dirigida por Paco Plaza, la película se presenta con la estética visual que le caracteriza, un toque de neones y una atmósfera urbana que refleja perfectamente la angustia y la incertidumbre del protagonista, Marcos (Quim Gutiérrez), un hombre que ha perdido todo y se aferra desesperadamente a la promesa de la instantaneidad digital.
Quim Gutiérrez ofrece una actuación sólida y convincente. El actor capta a la perfección la desesperación, la frustración y la vergüenza ajena de un hombre que se siente absolutamente perdido. Su evolución, a medida que se obsesiona con los consejos de un youtuber para recuperar a su ex, es natural y creíble. La película aprovecha de manera efectiva sus habilidades cómicas y su capacidad para transmitir emociones profundas, aunque a veces la sobreactuación en algunos momentos del personaje podría haber sido moderada.
El guion, escrito por Sergio Renanc y Luis Mansilla, es lo que realmente impulsa la película. No se limita a la típica comedia romántica con fórmulas predecibles. Se adentra en la paródica representación de la cultura de internet y los influencers, explorando la obsesión con las apariencias, la búsqueda de la aprobación online y la dificultad de establecer relaciones reales en un mundo cada vez más virtual. La trama principal, centrada en la búsqueda de un nuevo amor, se complica con personajes secundarios interesantes, cada uno con sus propias motivaciones y secretos. La ex de Marcos, interpretada por Clara Lago, es especialmente memorable, aportando una dosis de cinismo y sarcasmo que equilibra la torpeza del protagonista.
Paco Plaza, conocido por su trabajo en películas como “Verano 1993”, demuestra una maestría en la dirección, logrando mantener un ritmo ágil y dinámico. La película evita caer en clichés y utiliza tomas largas y planos generales para mostrar la soledad y la alienación del protagonista. Sin embargo, la película podría haber profundizado más en las relaciones secundarias y haber explorado las motivaciones de los personajes con mayor detalle. La banda sonora, con canciones pop actuales, complementa a la perfección la estética y el tono de la película.
En definitiva, "Te quiero, imbécil" es una comedia que sabe jugar con los códigos del género romántico y ofrece una reflexión sobre la realidad virtual y la búsqueda de la felicidad en la era digital. No es una obra maestra, pero sí una película entretenida, inteligente y que invita a la reflexión. Es un intento honesto de abordar los desafíos de la edad adulta en el siglo XXI, con una pizca de humor y una buena dosis de melancolía.
Nota: 7/10