Ted (2012)

“Ted” (2012) no es simplemente una comedia familiar; es un estudio sobre la adolescencia tardía, la búsqueda de la identidad y la dificultad de madurar, envuelto en una carcajada contagiosa y un osito de peluche increíblemente adorablemente destructivo. La película, dirigida por Seth MacFarlane, trasciende las expectativas de un simple gag cómico, explorando con cierto matiz las complejidades de las relaciones personales y la búsqueda de la aceptación a través del humor absurdo. MacFarlane, además de ser el compositor de la banda sonora (y una de las voces del personaje), demuestra un control sorprendente de la narrativa, evitando caer en la repetición y manteniendo la historia fresca y dinámica a lo largo de sus más de dos horas y media.

La premisa, al principio, parece sencilla: John Pemberton (Mark Wahlberg) hace un deseo para que su peluche de la infancia, Ted (Seth MacFarlane en un papel magistral), cobre vida. La consecuencia, como se anticipa, es una explosión de caos, pero la película utiliza esta situación para profundizar en la vida de John. La relación de John con su esposa Samantha (Amanda Seyfried) se ve constantemente puesta a prueba por la presencia de Ted, un personaje que inicialmente puede parecer unidimensional, pero que gracias al trabajo de MacFarlane, se revela como una compleja mezcla de infantilidad, sabiduría sarcástica y una necesidad innegable de ser querido. Seyfried, a pesar de no tener tantas oportunidades como Wahlberg, ofrece una interpretación sólida, transmitiendo el amor, la frustración y la resignación de una mujer que lucha por mantener la cordura en medio del delirio.

El humor de “Ted” es, sin duda, uno de sus mayores atractivos. La película no rehúye del negro, del sexo y de las situaciones incómodas, pero lo hace con inteligencia y una conciencia irónica que le permite al mismo tiempo entretener y provocar reflexión. La película subraya la importancia de la amistad, la necesidad de ser aceptado tal y como uno es, y la dificultad de renunciar a los fantasmas de la infancia. Sin embargo, la verdadera fuerza reside en la evolución de Ted. No es solo un peluche parlante que vomita y destruye; se convierte en un personaje con una voz, una perspectiva y una vulnerabilidad que, paradójicamente, obliga a John a confrontar sus propias inseguridades y a crecer como persona. La dinámica entre John y Ted, que evoluciona de bromas iniciales a una genuina conexión, es el corazón de la película.

La banda sonora, compuesta por MacFarlane, se integra a la perfección en la narrativa y amplifica las emociones de la película. Las canciones, que van desde himnos pop hasta baladas rockeras, no son meros adornos musicales, sino que funcionan como herramientas narrativas que subrayan los momentos clave de la trama. Aunque la película se centra en el humor, también aborda temas más serios, como la pérdida, el divorcio y la necesidad de encontrar un propósito en la vida. “Ted” no es una película para todos los públicos, pero para aquellos que disfrutan de la comedia irreverente con un toque de corazón, es una experiencia cinematográfica refrescante y memorable. Es una película que te hará reír, quizás también llorar y, definitivamente, ajetrear en el sofá.

Nota: 7.5/10