“Ted Bundy: A Killing in the Key of Silence” no es un espectáculo macabro, sino una disección clínica y, a su vez, perturbadora, de la psique de uno de los asesinos en serie más fascinantes y, por ende, más inquietantes del siglo XX. La película, dirigida por Liam Brainard, se atreve a explorar la dualidad de un hombre que, durante décadas, ha cautivado y horrorizado al público. No se trata de un biopic convencional, sino de una meticulosa reconstrucción del terror que rodeaba a Ted Bundy, tomando como punto de partida los archivos policiales y entrevistas con aquellos que lo conocieron. La película no se dedica a glorificar al asesino, ni siquiera a justificar sus actos; más bien, busca comprender, dentro de lo posible, el laberinto de su mente.
La dirección de Brainard es precisa y deliberada. El uso de la fotografía, con tonalidades apagadas y una paleta de colores que evoca la frialdad y el aislamiento, contribuye a generar una atmósfera opresiva y constante. La película no busca efectos especiales ni recreaciones grandilocuentes de los crímenes. En su lugar, confía en el poder de la sugerencia y la atmósfera, utilizando imágenes impactantes de los cuerpos encontrados y flashbacks inquietantes para construir una narrativa de terror psicológico. La banda sonora, compuesta por Jóhann Jóhannsson, es igualmente efectiva, creando un ambiente de tensión y desasosiego que permea cada escena.
Las actuaciones son, sin duda, el punto fuerte de la película. Zac Efron, a menudo asociado a roles más ligeros, ofrece una interpretación sorprendentemente sutil y convincente. Logra transmitir la complejidad de Bundy: la fachada de hombre inteligente y carismático, la manipulación, la falta de empatía y, debajo de todo, un vacío existencial que lo impulsa a cometer sus horrores. El resto del elenco secundario también brilla, especialmente James Fox como el detective Robert Crowe, cuya tenaz búsqueda de Bundy se convierte en un contraste escalofriante con la capacidad de manipulación del asesino.
El guion, adaptado de los libros de relato de hecho de Kerry Murphy y Annie Proulx, se centra en el periodo final de la vida de Bundy, desde su arresto hasta su ejecución. La película no detalla todos los crímenes, sino que se enfoca en la construcción de su personaje y en la percepción que tenía de sí mismo. El guion es inteligente en su estrategia de mostrar la progresiva desintegración de la fachada, revelando el ser retorcido que se escondía bajo la superficie. La película se vale de unificarse en el uso de los diarios de Bundy, que se hacen presentes a lo largo de la película y que nos permiten conocer su visión del mundo y la naturaleza de sus inquietudes.
Sin embargo, la película no es perfecta. En ocasiones, la lentitud del ritmo puede resultar frustrante para algunos espectadores. Además, algunos críticos han argumentado que la película no profundiza lo suficiente en el contexto social y cultural de la época, aunque el film se esfuerza por transmitir una sensación de peligro latente que existía en la época.
Nota: 7/10