Tekken (2010)

“Tekken” no es solo una película de acción; es un intento audaz y a menudo confuso de traducir la esencia visceral de un videojuego icónico a la pantalla grande. La adaptación de Robert Vehlinga y el equipo de Lionsgate se centra en la trama de Jin Kazama, un joven atormentado buscando venganza contra la Mishima Zaibatsu, la familia responsable de la muerte de su madre. El contexto futurista, donde las corporaciones ejercen un control absoluto, sirve como telón de fondo para una saga de peleas de proporciones épicas y a menudo desconcertantes.

La dirección, a cargo de Vehlinga, se caracteriza por una estética oscura y, a veces, artificial. Se hace evidente la influencia de las artes marciales y el anime, creando imágenes visualmente impactantes pero que, en ocasiones, parecen desconectarse de la realidad. La banda sonora, sin embargo, es un éxito rotundo, con temas de electrónica intensa que amplifican la tensión y el drama de las escenas de combate. El uso del CGI es consistentemente bueno, especialmente en la representación de los movimientos y las habilidades de lucha de los personajes. No obstante, hay momentos donde la digitalización puede ser algo ostentosa, restando credibilidad a la violencia que se presenta.

El elenco ofrece interpretaciones sólidas. Arnold Vosloo aporta una presencia amenazante y calculada a Heihachi Mishima, el patriarca frío y despiadado de la familia. Lucy Liu como Jun Kazama, la madre de Jin, logra transmitir la complejidad emocional de una mujer atrapada en la sombra de su hijo y de sus enemigos. Darren Levon, en el papel de Jin, intenta encarnar la rebeldía y el dolor del personaje, aunque a veces le falta la profundidad necesaria para conectar completamente con el espectador. El desarrollo del personaje de Jin, crucial para entender las motivaciones del conflicto, se siente algo apresurado.

El guion, sin embargo, es donde la adaptación sufre más. Si bien la premisa – la búsqueda de venganza y la rivalidad familiar – es atractiva, la narrativa se siente fragmentada y carece de coherencia. Las motivaciones de los personajes a menudo son poco claras, y el ritmo de la película es errático, alternando escenas de acción frenética con momentos de diálogo inverosímiles. Las explicaciones sobre la historia de la Mishima Zaibatsu y las poderosas habilidades de sus miembros son demasiado abundantes y, a menudo, innecesarias, ralentizando el flujo de la trama. La película se basa mucho en la familiaridad con el videojuego, y aquellos que no estén familiarizados con la franquicia podrían sentirse perdidos. Se intenta mucho demostrar el "lore" del Tekken, a veces por encima de la narrativa y la emoción.

A pesar de sus fallos, “Tekken” ofrece secuencias de lucha impresionantes, que son en sí mismas la joya de la corona. Las batallas son coreografiadas con maestría, combinando movimientos de artes marciales con elementos de ciencia ficción, generando un espectáculo visualmente estimulante. Si se aprecia por la experiencia de ver una representación cinematográfica de estos combates, es una película digna de verse. No obstante, la película se queda corta como una adaptación completa de un universo tan rico y complejo como el de Tekken.

Nota: 6/10