Ten Canoes (2006)

“Ten Canoes” (Canoas de Diez) es una experiencia cinematográfica que trasciende lo convencional. No se trata solo de una película, sino de una inmersión profunda en una cultura aborigen prácticamente extinta y en una atmósfera que roza lo onírico. La dirección de Wayne McGregor se distingue por su respeto absoluto por el pueblo Ganalbingu, permitiéndoles tomar el control creativo de la narrativa, algo raramente visto en el cine comercial. Este enfoque no es solo un acto de buena voluntad, sino que le otorga a la película una autenticidad y una vitalidad que la diferencia radicalmente de la mayoría de las producciones que tratan de abordar temas culturales.

El guion, aunque a primera vista simple – un joven guerrero busca la aprobación de un anciano para un matrimonio – está tejido con una complejidad emocional y una profunda reflexión sobre la tradición, la moral y las consecuencias de la violencia. La historia que el anciano le cuenta a Dayindi (Jamie Gulpilil) es un relato de un crimen y su repercusión, un ciclo de venganzas que se perpetúa a través de las generaciones. Esta leyenda no es solo un chiste o un elemento de entretenimiento; es la clave para comprender la psicología de los personajes y las tensiones internas de la comunidad. La película evita la simplificación moralista, presentando tanto actos de bondad como de crueldad, mostrando que la línea entre el bien y el mal es a menudo difusa.

Jamie Gulpilil, en su debut actoral, ofrece una actuación prodigiosa. Su interpretación de Dayindi es natural, conmovedora y llena de matices. Transmite la inocencia de un joven que se enfrenta a decisiones difíciles, la ambición latente y la confusión ante las expectativas de su comunidad. El resto del reparto aborigen también es excepcional, aportando una presencia y una autenticidad que enriquecen el universo de la película. La dirección de arte y el diseño de producción son impecables, recreando con precisión la vida en el pantano de Arafura. Los escenarios son vastos, impresionantes y contribuyen a la sensación de aislamiento y de conexión con la naturaleza.

Sin embargo, la película no está exenta de ciertas limitaciones. El ritmo es deliberadamente lento, lo que podría resultar tedioso para algunos espectadores. La ausencia de diálogos en inglés, aunque intencional para resaltar la importancia del idioma Ganalbingu, puede dificultar la comprensión de la historia para aquellos que no lo hablan. No obstante, estas son pequeñas peculiaridades que no empañan la experiencia global. “Ten Canoes” es una película que te obliga a cambiar tu perspectiva, a pausar y a escuchar. Es un tributo a una cultura que merece ser conocida y respetada, y una reflexión sobre la condición humana en toda su complejidad. La película, en definitiva, te deja con una sensación de melancolía y de urgencia, como si recordara la fragilidad de las tradiciones y la importancia de preservar la diversidad cultural.

Nota: 8/10