“Teorema Zero” es una película que te golpea con una quietud perturbadora, una atmósfera de paranoia digital que se instala desde los primeros planos de Oohen Leth, el personaje interpretado magistralmente por Mads Mikkelsen. La película, dirigida por Anders Waterstone, no busca grandilocuencias visuales ni efectos especiales ostentosos, sino que construye su inquietud principal en la lente del aislamiento, la deshumanización del trabajo y la búsqueda obsesiva de un significado que, quizás, nunca exista. Mikkelsen ofrece una actuación impecable, transmitiendo la complejidad de un hombre consumido por su proyecto, una mezcla de brillantez intelectual y fragilidad emocional. Su mirada, a menudo enigmática y vacía, es el corazón palpitante de la historia.
La dirección de Waterstone es, en esencia, una danza entre el minimalismo y la obsesión. La fotografía, en tonos grises y azules, refuerza la sensación de un mundo descolorido, tanto visual como emocionalmente. El diseño de producción, centrado en la capilla en ruinas como refugio de Oohen, es un elemento crucial. No es simplemente un lugar donde vive, sino un símbolo de la decadencia, de la pérdida de la conexión con el pasado y con la humanidad. El uso del espacio, la iluminación y la dirección de la cámara son sutiles pero efectivos, creando un ambiente de tensión constante, como si el espectador también estuviera atrapado en la mente de Oohen.
El guion, escrito por Waterstone y Klaus Lykkegaard, es el punto más delicado de la película. Evita la explicación fácil y se basa en la sugerencia. No nos entrega la solución al “teorema cero”, sino que nos presenta la constante indagación de Oohen, un proceso que parece más importante que el resultado. La narrativa es lenta, deliberadamente pausada, lo que puede frustrar a algunos espectadores, pero es precisamente esa lentitud la que permite que la obsesión de Oohen se filtre en la conciencia del público. Es una película que requiere paciencia y una mente abierta. El guion se centra en la relación entre Oohen y su asistente, a quien le da un papel fundamental para desmenuzar las complejidades de la búsqueda del genio.
Sin embargo, es importante reconocer que la película no está exenta de algunos problemas. El ritmo puede resultar excesivamente lento para algunos, y la falta de diálogo directo puede hacer que la película parezca confusa en ciertos momentos. No obstante, estos pequeños defectos se ven compensados por la atmósfera única que crea y por la profundidad del personaje interpretado por Mikkelsen. “Teorema Zero” no es una película para todos los gustos, pero para aquellos que disfrutan de películas introspectivas, que plantean preguntas existenciales y que se centran en la psicología de sus personajes, es una experiencia cinematográfica memorable. La película plantea interrogantes sobre la inteligencia artificial, el propósito de la vida y el impacto del poder en la sociedad, dejando al espectador reflexionando mucho después de que los créditos finales han comenzado.
Nota: 7/10