Terminator: Salvation (2009)

“Terminator: Salvation” es una película que, a pesar de su ambición, termina siendo un ejercicio de estilo más que de sustancia. La entrega de 2009, dirigida por Shane Black, se atreve a explorar temas complejos como la moralidad en una guerra sin fin, el peso del destino y la propia definición de humanidad, pero lo hace con una ejecución que, en última instancia, se siente ligeramente desordenada y carente de la cohesión que definía las primeras entregas de la saga.

Black, conocido por su trabajo en “Apocalypto”, aporta una atmósfera visualmente impresionante. El futuro post-apocalíptico, con sus ciudades devastadas y la omnipresente amenaza de los Terminators, se presenta de una manera brutal y realista. La fotografía, con colores apagados y un uso efectivo de la luz y la sombra, contribuye a crear un ambiente de desesperación y peligro constante. Sin embargo, esta riqueza visual a veces se siente como un mero adorno, un espectáculo para distraer del vacío narrativo.

La película se centra en John Connor (Christian Bale), un joven que lucha por controlar su destino como líder de la Resistencia. Bale ofrece una interpretación sólida, transmitiendo la determinación y la carga emocional de un joven obligado a llevar el peso del mundo en sus hombros. La incorporación de Marcus Wright (Sam Worthington), un Terminator con recuerdos fragmentados del pasado, introduce una dinámica intrigante y plantea preguntas sobre la naturaleza de la libertad y el libre albedrío. La interpretación de Worthington es notable, con un personaje ambiguo y atormentado que le otorga una dimensión inesperada a la historia. Las actuaciones secundarias, con Michael Rooker y Tom Wilkinson, también merecen reconocimiento.

En cuanto al guion, “Salvation” intenta ser más que un simple espectáculo de acción. El conflicto central, la lucha entre la Resistencia y Skynet, se explora a través de la perspectiva de los personajes, y se plantea la pregunta de si la supervivencia justifica medios cuestionables. Sin embargo, el guion, a pesar de sus buenas intenciones, resulta confuso y a veces poco desarrollado. La trama se complica con demasiados personajes y subtramas, lo que diluye el impacto emocional y la claridad narrativa. La relación entre John y Marcus, si bien intrigante, a menudo se siente superficial y carente de profundidad. La resolución, en particular, es algo abrupta y no logra aprovechar plenamente el potencial de la preposición planteada.

A pesar de sus fallos, "Salvation" no es una de las entregas más débiles de la saga "Terminator". El diseño de producción, la banda sonora de Hans Zimmer y la dirección de Black logran crear momentos de tensión y emoción genuina. No obstante, la película no alcanza el nivel de intensidad y sofisticación que se esperaría de una entrega de esta magnitud. El potencial se ve mermado por un guion confuso y una ejecución que, en definitiva, se siente incompleta. Es una película que valora el espectáculo por encima de la sustancia, dejando al espectador con una sensación de insatisfacción.

Nota: 6.5/10