“Terri” (Terri, 2023) no es una película que se olvida fácilmente. La dirección de Skye Marshall, a pesar de su aparente sencillez formal, logra capturar una atmósfera de vulnerabilidad y extrañeza que se instala en el espectador desde sus primeros momentos. Marshall evita los clichés del melodrama adolescente, optando por un retrato sutil pero profundo de una relación improbable entre un adolescente problemático y un director de escuela aparentemente despreocupado. La película no busca glorificar ni demonizar a ninguno de sus personajes, sino que se concentra en la complejidad inherente a la conexión humana, incluso en sus manifestaciones más disfuncionales.
La actuación de John C. Reilly es, sin duda, el corazón de la película. Reilly ofrece una interpretación magistral, logrando un equilibrio perfecto entre la vivacidad y el desengaño. Su personaje, el director Mark, es un hombre amable, con una profunda necesidad de conectar con los jóvenes, aunque su enfoque a menudo sea un tanto ingenuo y contraproducente. Reilly no se limita a interpretar un “buen profesor”. En cambio, explora la fragilidad emocional que se esconde tras su exterior extrovertido, revelando un hombre solitario que anhela la aceptación y la comprensión. No es un personaje fácil de amar, pero su autenticidad y su genuino interés por Terri son innegables. La química entre Reilly y el joven protagonista, Josh Bibb, es palpable y fundamental para el éxito emocional de la película.
Josh Bibb, como Terri, entrega una actuación honesta y conmovedora. Su representación de un adolescente aislado, con problemas de autoestima y dificultades sociales, es creíble y evita caer en estereotipos. Bibb logra transmitir la incomodidad y la frustración de un joven que se siente invisible y no sabe cómo conectar con los demás. Su interpretación se centra en la quietud, en la mirada desconfiada, en las pequeñas transacciones de comunicación que construyen, lentamente, su vínculo con Mark. La película consigue mostrar el dolor sordo de la soledad y la dificultad de encontrar un lugar en el mundo, especialmente para aquellos que no encajan en la norma.
El guion, escrito por Marshall y David Cole, se basa en diálogos naturales y en escenas que evocan un sentido de intimidad. Aunque la historia no es particularmente innovadora, la película se destaca por su enfoque en los detalles: las interacciones cotidianas, los pequeños gestos, las miradas furtivas. Estas pequeñas observaciones son lo que le dan a la película su autenticidad. La película no intenta resolver todos los problemas de Terri de manera definitiva. En cambio, se centra en el proceso de construcción de una relación, en el lento derribamiento de las barreras emocionales. Es una película sobre la importancia de la conexión humana, incluso en sus formas más imperfectas. El ritmo es deliberadamente pausado, permitiendo al espectador absorber la atmósfera y reflexionar sobre los temas planteados.
Nota: 7/10