Terror en Dunwich (1970)

“Terror en Dunwich” es una película que se atreve a apostar por un terror psicológico lento y claustrofóbico, un género que, lamentablemente, no siempre consigue conectar con el espectador. Dirigida por Mike Flanagan, conocida ya por su maestría en la construcción de atmósferas inquietantes y narraciones complejas, la cinta se ambienta en el remoto y decadente pueblo de Dunwich, un lugar que parece haberse aferrado a un pasado oscuro y condenado. Flanagan logra desde el inicio sumirnos en un ambiente de opresión, gracias a una dirección de fotografía sombría y a una banda sonora que se hace presente de forma constante, presagiando lo que vendrá.

La película se centra en el peculiar Wilbur Whateley, interpretado con una maestría inquietante por Finn Cole. Cole transmite un aura de extrañeza y vulnerabilidad que resulta profundamente convincente. Su personaje, con sus modales extraños y su obsesión por el conocimiento prohibido, es el motor de la trama, aunque la película dedica mucho tiempo a sus silencios y a sus miradas penetrantes, lo que, si bien sirve para generar tensión, puede resultar a veces excesivo y ralentizar el ritmo. La relación que se establece entre Wilbur y Nancy (Radmilla Groce) es el núcleo de la historia, un vínculo que se va construyendo a base de sutiles miradas y conversaciones cargadas de significado oculto. La actuación de Groce es sólida, aunque quizás carece del impacto dramático necesario para explorar la fragilidad de su personaje. El doctor Armitage, interpretado por Jeffrey Dean Morgan, aporta un punto de equilibrio y una dosis de incredulidad, actuando como el observador escéptico que la audiencia necesita para mantener un mínimo de cordura ante lo que ocurre.

El guion, escrito por Flanagan y M.R. 준, es donde la película alcanza su mayor fortaleza y su mayor debilidad. La construcción de la historia es intrincada y repleta de referencias literarias y ocultistas, lo que la convierte en una experiencia gratificante para aquellos familiarizados con el género. Sin embargo, la complejidad narrativa puede ser abrumadora para el espectador medio. La película se basa en una atmósfera de paranoia y desconfianza, alimentada por diálogos que, a menudo, son más sugestivos que explicativos. Si bien esta ambigüedad puede ser efectiva para generar suspenso, también puede generar frustración en aquellos que buscan respuestas claras. La película juega constantemente con la idea de la percepción, cuestionando lo que es real y lo que es producto de la mente, pero a veces esto se vuelve un poco artificioso. La exploración de la locura, el pasado familiar y la influencia de fuerzas sobrenaturales es interesante, pero el ritmo desigual y la abundancia de elementos a recordar pueden resultar confusos.

En definitiva, "Terror en Dunwich" es una película que merece la pena ver por su atmósfera opresiva, sus actuaciones sólidas y su guion inteligente. No obstante, su ritmo pausado y su complejidad narrativa pueden no ser del gusto de todos los espectadores. Es una película que te quedará resonando en la mente mucho después de haberla terminado, generando preguntas y especulaciones sobre los horrores que se esconden bajo la superficie de un pueblo olvidado. Es una joya para los amantes del terror psicológico, pero requiere paciencia y una mente abierta.

Nota: 7/10