Terror en la Antártida (Whiteout) (2009)

“Terror en la Antártida” (Whiteout) no es una obra maestra de suspense, pero logra ser una experiencia cinematográfica discreta que, a pesar de sus evidentes influencias y un ritmo algo predecible, ofrece un ambiente claustrofóbico y una atmósfera inquietante que la convierten en un entretenimiento sólido para las tardes de lluvia. La película, dirigida por Sam Raimi – un nombre que suele evocar a la acción y el horror, pero que aquí se atreve a explorar una tensión psicológica más contenida – se beneficia, en gran medida, de su localización: la base Scott de la Antártida, un escenario que se convierte en el principal protagonista de la historia. La fotografía de David Estabrook es excepcional; captura la blancura implacable de la nieve, el frío intenso y la sensación de aislamiento de una manera que realmente nos sumerge en la desolación del entorno.

Kate Beckinsale ofrece una actuación convincente como la agente Carrie Stetko. Demuestra una notable capacidad para transmitir la determinación, el cansancio y el miedo de una mujer que se encuentra atrapada en una situación desesperada. Su personaje es una agente con un pasado complicado y una soledad palpable, lo que la hace una protagonista con la que es fácil conectar y para la cual sentimos genuina empatía. La química entre Beckinsale y Michael Pena, quien interpreta al médico del equipo, es especialmente interesante y añade una capa de complejidad a la dinámica del grupo. Pena aporta un contrapunto cómico esencial a la atmósfera de tensión, aunque sus momentos de humor a veces parecen un poco forzados.

El guion, escrito por Cliff Dorfman, es donde reside la debilidad más evidente de la película. Si bien la premisa de un asesinato en medio de una tormenta inminente es intrigante, la trama se desarrolla de manera algo lenta y repetitiva. El misterio se va desvelando a pasos agigantados y las pistas, aunque abundantes, a menudo son demasiado obvias. Los giros argumentales no son particularmente sorprendentes y, en general, el ritmo se ralentiza considerablemente en el segundo acto. Sin embargo, la película compensa estas deficiencias con un sólido trabajo de diseño de sonido que crea una atmósfera de tensión constante, aprovechando el sonido del viento y el crujir de la nieve para aumentar la sensación de peligro. Además, la dirección de Raimi, aunque comedida en comparación con su trabajo habitual, se nota en la atención al detalle y en la creación de momentos de suspense bien elaborados.

En definitiva, "Terror en la Antártida" es una película que, si bien no destaca por su originalidad o su guion brillante, logra ofrecer una experiencia tensa y entretenida gracias a su localización, la actuación de Kate Beckinsale y el trabajo de sonido. Es una película que se disfruta más por su ambiente y su atmósfera que por su narrativa. A aquellos que buscan una película de suspense psicológico con un toque de terror, puede que valga la pena darle una oportunidad. Es una pequeña joya de cine de hielo.

Nota: 6/10