“Testigo protegido” (Witness Protection) no es, quizás, la película más original del género thriller policial, pero logra un equilibrio fascinante entre la tensión constante, la evolución del personaje principal y una atmósfera sombría que se aferra al espectador. La película, dirigida con maestría por Peter Landesberg, se apoya en una premisa simple, pero la ejecuta con una intensidad notable, evitando la complacencia y la indulgencia habitual en este tipo de historias.
La dirección de Landesberg se distingue por un ritmo implacable. No se andan con rodeos, presentando al espectador directamente al teniente Wakes (Liam Neeson) en pleno vórtice de la venganza. Su determinación, alimentada por el dolor y la furia, es palpable en cada acción, en cada mirada. La película juega constantemente con la incertidumbre: ¿Seremos testigos de una justicia brutal, o de un intento desesperado de proteger a una víctima inocente? La paleta de colores, dominada por tonos grises y azules, refuerza la sensación de desolación y peligro constante. El uso de la luz y la sombra crea un ambiente claustrofóbico, especialmente en las escenas de persecución dentro del hospital abandonado, que son visualmente impactantes y estratégicamente bien construidas.
La actuación de Liam Neeson es, sin duda, el pilar fundamental de la película. Neeson ofrece una interpretación que va más allá de la simple acción heroica. El teniente Wakes no es un héroe perfecto; es un hombre atormentado, consumido por su pasado y la pérdida de sus seres queridos. Su personaje se va revelando poco a poco, mostrando momentos de vulnerabilidad y humanidad que contrarrestan su implacabilidad. La química entre Neeson y Rebecca Quinn, que interpreta a la testigo Sarah Roberts, es excelente, generando una tensión emocional que complementa la acción y el suspense.
El guion, adaptado por Michael Brandt y Derek Hasenfeld, es sólido aunque no particularmente innovador. Las tramas secundarias, centradas en las posibles amenazas a Sarah y en la investigación de las autoridades, a veces parecen diluidas en el relato principal. Sin embargo, la película logra mantener el interés del espectador gracias a sus giros argumentales, que sorprenden y mantienen la tensión hasta el final. La exploración de las implicaciones psicológicas del programa de protección de testigos, tanto para los protegidos como para aquellos que los custodian, es interesante y realista. No es una fantasía hollywoodense, sino una mirada cruda y a veces incómoda a las consecuencias de la violencia y la supervivencia.
En definitiva, “Testigo protegido” es una película de suspense bien ejecutada que, si bien no revoluciona el género, ofrece una experiencia cinematográfica convincente gracias a la dirección, la actuación de Liam Neeson y la atmósfera sombría que la envuelve. Es un thriller inteligente que explora temas como la venganza, el perdón y la fragilidad de la vida, dejando una impresión duradera en el espectador.
Nota: 7.5/10