Tetro (2009)

“Tetro”, la última película de Miguel Camaño, es una obra que se queda en la memoria como un fragmento de melancolía y un ejercicio de introspección cinematográfica. La película, aunque no siempre la más fácil de digerir, ofrece un viaje profundo al corazón del desengaño y la búsqueda de la identidad, temas que Camaño explora con una honestidad brutal y un estilo visual que recuerda a Fellini pero con una sensibilidad propia. La película no es un thriller con ritmo trepidante, sino una meditación sobre la pérdida, el rechazo y la dificultad de volver a encontrar a las raíces cuando el tiempo y la distancia han transformado todo.

El guion, que se basa en la obra teatral homónima de Vittorio De Sica, es inteligente y no teme abordar la complejidad de las relaciones familiares. La confrontación entre Bennie y Tetro es el núcleo de la narrativa, y Camaño construye ese choque con una sutileza que resulta tanto conmovedora como frustrante. El diálogo es natural y, en ocasiones, doloroso, reflejando la incomunicación y el resentimiento acumulado. Sin embargo, el guion, aunque poderoso, podría haber beneficiado de un ritmo más fluido, especialmente en algunas secuencias que se prolongan innecesariamente, restando dinamismo a la historia. La ambigüedad del final, aunque efectiva para transmitir la sensación de un ciclo que se repite, podría haber sido abordada con mayor claridad.

La dirección de Miguel Camaño es magistral. El uso de la cámara, especialmente los planos largos y la meticulosa composición, crean una atmósfera densa y evocadora. La película respira la Buenos Aires de los años 50, con sus calles adoquinadas, sus cafés literarios y sus personajes marginales. Camaño nos sumerge en un mundo de nostalgia, donde el pasado se entremezcla con el presente de forma constante. La fotografía de Pablo Francés es excepcional, capturando la luz y la sombra de la ciudad como un espejo de las emociones de los protagonistas. La banda sonora, compuesta por Federico Saiegh, contribuye significativamente a la atmósfera introspectiva de la película.

Las actuaciones son sobresalientes. El joven Bennie, interpretado por Martín Rylska, transmite con admirable vulnerabilidad el dolor y la confusión de un hombre que busca un hermano que no reconoce. La interpretación de Diego Calva como Tetro es particularmente inquietante. Su Tetro es un hombre atormentado, consumido por la desilusión y la culpa, cuya mirada y gestos revelan una profunda tristeza. La química entre Rylska y Calva es palpable, y la dinámica entre ellos es el corazón emocional de la película. La interpretación de los actores secundarios, en su mayoría jóvenes actores desconocidos, también contribuye a la autenticidad del universo cinematográfico creado por Camaño.

En definitiva, "Tetro" es una película difícil, pero recompensadora. No es un drama fácil de ver, pero su honestidad y su capacidad para generar empatía con sus personajes la convierten en una experiencia cinematográfica memorable. Es una película que invita a la reflexión sobre el sentido de la familia, la búsqueda de la identidad y la naturaleza del arrepentimiento. Nota: 8/10