Thai Dragon: El Protector (2005)

“Thai Dragon: El Protector” es una película que, a primera vista, podría caer en los clichés del cine de acción con temática animal, pero en realidad se revela como una historia de conexión familiar y coraje en medio de un conflicto global. La película, dirigida por Sukree Suwanatida, logra evadir el mero espectáculo, ofreciendo a cambio un relato con una sensibilidad sorprendente y, a veces, conmovedora.

La dirección de Sukree Suwanatida se distingue por un uso efectivo del paisaje tailandés, un elemento vital que no solo sirve de telón de fondo, sino que también se integra en la trama, representando la cultura y la conexión profunda de Kham con su tierra. La película no se atreve a la grandilocuencia, optando por una estética visual más contenida y realista que refuerza la sensación de autenticidad. Sin embargo, el ritmo narrativo es, a veces, irregular. La primera mitad se dilata un poco, construyendo la calma y la rutina de la aldea de Kham, aunque esta lentitud es necesaria para comprender el vínculo que une al protagonista con sus elefantes. Una vez que la acción toma cuerpo, la película acelera considerablemente, lo que podría resultar un poco apresurado para algunos espectadores.

Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas. Thana Thong-ngarm interpreta a Kham con una naturalidad que transmite la inocencia y el corazón del personaje. Su evolución a lo largo de la película, desde un joven apacible hasta un guerrero decidido, es palpable y convincente. El personaje de su padre, interpretado por Pongsitthee Vidthana, complementa a Kham, mostrando la sabiduría y la fuerza de un hombre que ama a su familia y a su cultura. No obstante, los miembros de la banda criminal, aunque cumplen su función, carecen de mayor profundidad y se les podría haber dado un mayor desarrollo para aumentar su impacto.

El guion, aunque mantiene la promesa de la acción, no alcanza la complejidad que podría haber tenido. Las motivaciones del líder de la banda criminal, por ejemplo, son bastante simplistas, reduciéndolo a un villano genérico. La trama, en su esencia, es predecible, pero la película logra mantener el interés gracias a la ambientación y al conflicto central, que representa un choque entre tradición y modernidad. La película, en su mensaje, explora la importancia de la familia, la conexión con la naturaleza y la defensa de la cultura, temas universales que resuenan más allá de las fronteras geográficas. El baile entre el respeto por la tradición tailandesa y la lucha por la supervivencia es el corazón de la historia, y lo hace de una forma que, aunque no innovadora, resulta efectiva.

En definitiva, “Thai Dragon: El Protector” es una película de acción con elementos de aventura que, a pesar de sus defectos, ofrece una experiencia entretenida y reflexiva. Es un digno espectáculo visual y, para aquellos interesados en la cultura tailandesa y las relaciones humanas, es una película que vale la pena ver.

Nota: 6.5/10