The Acid House (1998)

“The Acid House” es una película que se presenta con un desafío inmenso: trasladar al cine la compleja y a menudo perturbadora visión de Irvine Welsh, el autor de “Trainspotting”. La película, dirigida por Jamie Borthwick, cumple con la tarea, aunque no sin algunos tropiezos. Se trata de un proyecto ambicioso que se divide en tres relatos interconectados, cada uno con su propio tono y problemática, que, en conjunto, ofrecen una radiante y a veces desconcertante exploración de la vida en la escocesa costa de Gran Bretaña en la década de los 90.

La primera historia, “La causa de Granton Star”, es un ejercicio de humor negro que, si bien funciona con una energía contagiosa, podría resultar excesivamente cargada en algunos momentos. La trama, centrada en una controversia religiosa y una rivalidad futbolística, se sirve de un humor mordaz y situaciones absurdas. Sin embargo, la película siente, en ocasiones, la presión de intentar ser una sátira social, lo que, a veces, diluye el impacto cómico. Las actuaciones son sólidas, particularmente la de Robert Carlyle, quien vuelve a demostrar su talento para interpretar personajes desaliñados y con problemas.

El relato “Un blandengue” se distingue por su atmósfera opresiva y su retrato inquietante de un hombre manipulado por las personas que lo rodean. La historia explora las vulnerabilidades del protagonista y la facilidad con la que puede ser explotado. Aquí, la dirección de Borthwick es más sutil y el guion, más centrado en el desarrollo psicológico del personaje. La actuación de Stuart Wenn es, sin duda, destacable, transmitiendo de forma convincente la desesperación y la confusión de su personaje.

Sin embargo, es "Acid House" la que realmente despunta. La tercera historia, que da nombre al filme, es una mezcla surrealista de humor, drama y crítica social. La película se adentra en la vida de una pareja, su hijo y sus relaciones con los drogadictos que circulan por su barrio. El ritmo es frenético, las situaciones, inesperadas y el guion, brillante. Aquí, Borthwick demuestra una maestría visual y una capacidad para crear imágenes impactantes y memorables. La película no rehuye mostrar la crudeza de la vida en los márgenes, el vacío existencial y la búsqueda de placer a cualquier precio. La dirección de arte y la fotografía contribuyen a una atmósfera particular, que evoca la decadencia y la esperanza a partes iguales.

En definitiva, “The Acid House” es una película desafiante pero gratificante. No es una obra fácil, pero su honestidad brutal, su humor negro y sus personajes complejos la convierten en una experiencia cinematográfica inolvidable. Jamie Borthwick logra capturar la esencia de la obra de Irvine Welsh, ofreciendo un retrato de una época y un lugar con una sensibilidad única. La película, aunque desigual en algunos momentos, es un triunfo del cine independiente y una excelente demostración del talento de sus creadores.

Nota: 8/10