La bestia oculta (2024)

“La bestia oculta” (The Little Beast) es una película que se adhiere a la perfección al género del terror psicológico, no con sustos fáciles y gráficos, sino con una atmósfera de inquietud palpable que se instala en el espectador desde sus primeros minutos y que, a pesar de su aparente sencillez, permanece en la mente mucho después de que los créditos finales hayan aparecido. La película, dirigida por Robbie Mackenzie, explora temas como la familia, el trauma, la responsabilidad y los secretos que, una vez revelados, pueden destruirnos por dentro. Se trata de una experiencia cinematográfica que requiere una atención plena y una cierta predisposición a dejarse arrastrar por su inquietante tono.

La dirección de Mackenzie es notablemente efectiva. La película se mueve con una lentitud deliberada, construyendo la tensión a través de la fotografía, el sonido y el encuadre. El uso del verde es un elemento clave, que no solo representa la selva, sino también la inminente presencia de lo desconocido y el miedo que acecha en los rincones más oscuros. La luz y la sombra juegan un papel fundamental, dando protagonismo al juego de la percepción y creando una sensación constante de que algo está oculto a la vista. Es una película que recompensa al espectador que se permita perderse en sus paisajes y en la sensación de opresión que experimentan los personajes.

El elenco ofrece interpretaciones sólidas, con Isla Christensen como Willow brillando especialmente. Su actuación es sutil pero poderosa, transmitiendo la vulnerabilidad, la confusión y el creciente terror de una niña que se enfrenta a una realidad mucho más oscura de lo que jamás podría haber imaginado. El padre, interpretado por Sean Harris, es un personaje complejo y perturbador, cuya fragilidad y desesperación le convierten en un personaje al que es difícil juzgar, pero a la vez, profundamente inquietante. Harris aporta una cualidad de fragilidad y vulnerabilidad que le otorga una extraña empatía, sin minimizar la terrible decisión que toma.

El guion, aunque no es excesivamente complejo, se beneficia de una prosa limpia y precisa. La historia no se basa en jumpscares, sino en la sugerencia y la interpretación. El misterio que rodea a la familia y la selva se va revelando gradualmente, dejando al espectador con más preguntas que respuestas. La película no ofrece explicaciones fáciles; se limita a mostrar las consecuencias de los actos pasados y la manera en que el pasado puede perseguir al presente. La ambigüedad es, sin duda, una de las mayores fortalezas de la película, permitiendo al espectador interpretar el significado de los eventos de diferentes maneras. El final, en particular, es abierto a la interpretación, dejando un halo de incertidumbre que refuerza la idea de que algunos misterios no tienen soluciones definitivas.

En definitiva, “La bestia oculta” es una película perturbadora y atmosférica que invita a la reflexión. No es un espectáculo para todo el mundo, pero para aquellos que disfrutan del terror psicológico lento y evocador, es una experiencia cinematográfica gratificante y memorable. Es una película que se queda contigo mucho después de haberla visto.

Nota: 7.5/10