The Blackening (2023)

“The Blackening” no es simplemente una comedia de terror; es un experimento cinematográfico audaz y, en última instancia, sorprendentemente efectivo. La premisa, aunque podría parecer simple al principio – siete amigos negros se refugian en una cabaña y se encuentran con un asesino vengativo – sirve como punto de partida para una exploración subversiva de la representación negra en el género del terror, la cultura de la inteligencia callejera y las expectativas del espectador.

La dirección de Byron Franklin es, sin duda, la pieza central de esta película. Franklin no se limita a filmar una historia de terror; construye atmósferas, crea tensión y manipula la mirada del público con una habilidad que recuerda a directores como Jordan Peele. Utiliza la cámara de forma innovadora, a menudo colocando a los personajes en situaciones inusuales, jugando con la perspectiva y el espacio para generar momentos de genuina incomodidad y humor negro. Hay una constante sensación de que algo está mal, incluso en las escenas más aparentemente tranquilas. La película se beneficia enormemente de un ritmo que alterna entre momentos de humor relajado y explosiones de terror inesperado, manteniendo al espectador al borde del asiento, preguntándose si la próxima escena será una broma o un peligro real.

El reparto es absolutamente fenomenal. Winston Duke, Jermaine Fowler, Grace Ofori, Shameim Little, Akunna Okafor, Samone Hayes y Ziylan McLaughlin no solo cumplen con sus papeles, sino que los definen. Cada uno aporta una personalidad distinta, y sus interacciones son dinámicas y llenas de ingenio. La química entre ellos es palpable, y sus debates sobre cómo enfrentar al asesino se convierten en un elemento fundamental de la película. Fowler, en particular, destaca con su encanto natural y su habilidad para aligerar la tensión con sarcasmo. Sin embargo, es crucial reconocer que la película se basa, en gran medida, en el ingenio y la inteligencia de sus personajes, y el éxito del guion depende mucho de la capacidad del espectador para seguir el baile verbal.

El guion, coescrito por Anthony Bekins y Michael Starr, es a la vez inteligente y absurdo. Si bien el humor es un componente clave, la película va más allá de la comedia superficial. Se plantea preguntas sobre la raza, el trauma histórico y la perpetuación de estereotipos en el cine. La referencia constante a películas de terror clásicas y modernas no es solo un guiño a los fans del género; es un mecanismo para discutir la familiaridad de la narrativa del terror y la forma en que los grupos marginados a menudo son representados en ella. Es un guion que te hace pensar, incluso cuando te está haciendo reír a carcajadas. No siempre es perfecto; algunos diálogos pueden sentirse un poco forzados, pero en general, la escritura es aguda y perspicaz.

En definitiva, "The Blackening" es una película original y memorable que desafía las convenciones del género del terror y ofrece una visión refrescante y provocadora de la experiencia negra. No es una película para todo el mundo, pero para aquellos que buscan algo diferente, algo que combine humor, terror y comentario social, es una verdadera joya. La película logra equilibrar la amenaza palpable con la entrega de momentos de humor brillante y ofrece una experiencia cinematográfica que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 8/10