The Book of Mormon Movie, Volume 1: The Journey (2003)

“The Book of Mormon Movie, Volume 1: The Journey” es una experiencia cinematográfica sorprendentemente ambiciosa y, en última instancia, profundamente conmovedora. La película se atreve a abordar temas trascendentales como la fe, la familia, la migración y la búsqueda de un lugar al que pertenecer, todo ello envuelto en una comedia musical que, si bien carece de la picardía más directa de algunas comedias musicales modernas, se basa en un sólido guion y una dirección que sabe equilibrar la leveza del género con la seriedad de la historia. El director, Robert Lawrence, se enfrenta al reto de trasladar un relato antiguo a la pantalla, y lo logra con una notable sensibilidad, evitando caer en la solemnidad y manteniendo un ritmo visual que, aunque deliberadamente pausado en algunas escenas, es efectivo para transmitir el peso de las decisiones que enfrenta la familia Lehi.

El núcleo de la película reside, sin duda, en la interpretación de sus actores. Andrew Scott como Lehi es, simplemente, brillante. Logra con una naturalidad inquietante capturar la angustia de un hombre que vive con la certeza de una profecía imprevista, luchando constantemente con la duda y la responsabilidad. Su relación con Sarah Sutherland como Saríah es palpable, un matrimonio probado por la adversidad, pero que aún conserva el amor y el vínculo familiar. La química entre ambos es fundamental para la efectividad emocional de la película. Destacar también a Bramley Fisher como Nefi; su evolución desde el joven rebelde hasta el hombre que asume su rol con valentía y responsabilidad es un viaje fascinante y bien construido. Las actuaciones secundarias, en general, son sólidas, pero sin destacar de manera excepcional, lo que no resta valor a la interpretación de los protagonistas.

El guion, adaptado de un episodio del Libro de Mormón, no se limita a una mera narración de hechos. Explora las complejidades morales que acompañan a la decisión de abandonar la tierra natal y el impacto psicológico de la migración. Se plantea la tensión entre la fe ciega y el razonamiento crítico, mostrando cómo las creencias se ponen a prueba en condiciones extremas. La música, compuesta por Stephen Schwartz, es, como se esperaba, excepcional. Las canciones, impregnadas de emotividad y belleza melódica, no son meros adornos, sino que se integran orgánicamente en la trama, elevando la experiencia narrativa. Sin embargo, es importante señalar que algunas canciones, aunque bien escritas, pueden resultar un poco largas y, en ciertos momentos, ralentizan la acción. A pesar de ello, la banda sonora es un pilar fundamental de la película.

En definitiva, “The Book of Mormon Movie, Volume 1: The Journey” es una película que trasciende el género de la comedia musical. Es una historia sobre la perseverancia, la familia y la búsqueda de un nuevo comienzo. Si bien puede que no sea para todos los gustos, su sensibilidad, sus actuaciones y su banda sonora hacen que sea una experiencia cinematográfica memorable. La película no busca ser un entretenido escape, sino provocar una reflexión sobre los valores humanos y los desafíos de la existencia. El final, abierto a la interpretación, deja al espectador con preguntas importantes y un sentimiento de esperanza, a pesar de la tristeza inherente a la historia.

Nota: 8/10