“The Collector” (El Coleccionista), dirigida por Ben Vanston, no es una película para irse al cine buscando una explosión de acción desenfrenada. Es, en cambio, una pieza de thriller psicológico claustrofóbico que construye una atmósfera de tensión palpable desde sus primeros minutos y que, a pesar de su duración relativamente corta, se queda en la mente mucho después de que los créditos finales se hayan desenrollado. La película se centra en Arkin (Josh Stewart), un ladrón con un pasado turbulento que acepta un trabajo aparentemente sencillo: vigilar la mansión de un adinerado coleccionista de arte (Anthony Broderick). Lo que Arkin no sabe es que la casa está habitada por un hombre mucho más peligroso, un asesino en serie con una fascinación macabra por la tortura y una conexión perturbadora con la historia de la Inquisición española. La elección de elementos históricos y la estética oscura, cuidadosamente elaborada, le dan una profundidad inquietante a la narrativa.
Ben Vanston demuestra una maestría considerable en el manejo de la tensión. La dirección es precisa y efectiva, empleando la fotografía de Gregory Isles para crear una sensación constante de opresión y amenaza. La iluminación es sombría, utilizando sombras y contrastes para resaltar la brutalidad de las situaciones. Los planos son a menudo cerrados, acorralando al espectador en el espacio confinado de la mansión, y la banda sonora de Colin Stetson, llena de texturas estridentes y disonantes, intensifica aún más la sensación de peligro inminente. La película se beneficia enormemente de un ritmo deliberado, cultivando la paranoia y la incertidumbre. No se apresuran a mostrar la amenaza; se permite que se filtre lentamente, utilizando el silencio y la anticipación para lograr un impacto mucho mayor.
Josh Stewart ofrece una actuación sólida y creíble como Arkin. Su personaje es complejo y moralmente ambiguo, lo que permite al espectador cuestionar su propia reacción ante la situación. Es un hombre que ha cometido errores, pero que intenta encontrar una forma de redención, aunque sea a través de un trabajo que le empuja cada vez más hacia la oscuridad. El resto del reparto es competente, especialmente Anthony Broderick, cuya interpretación del coleccionista es de un terror inquietante y sutil. Sin embargo, es la química entre Stewart y Broderick, su incomunicación y sus miradas cargadas, lo que realmente da vida a la dinámica de la película.
El guion, en gran medida, es el punto fuerte de “The Collector”. La trama se desarrolla con cuidado, construyendo una narrativa llena de giros inesperados y momentos de genuina tensión. La película explora temas como la naturaleza del mal, la venganza, y los límites de la moralidad, sin ofrecer respuestas fáciles. La inclusión de referencias a la Inquisición no es simplemente un recurso estilístico; sirve para profundizar en la psicología del asesino y para subrayar la crueldad de sus actos. Aunque algunos aspectos de la trama pueden resultar un poco forzados, la película en su conjunto es inteligente y provocadora.
En definitiva, "The Collector" es una experiencia cinematográfica intensa y memorable. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que disfrutan de thrillers psicológicos complejos y bien ejecutados, es una obra que merece ser vista. Nota: 7/10