The Color Wheel (2011)

“The Color Wheel” no es una película que te abra los ojos a un nuevo género, ni tampoco una obra maestra que dejará huella imborrable en tu memoria. Es, en cambio, una experiencia cinematográfica particular, un ejercicio de incomodidad y observación social, ambientada en la decadente Nueva Inglaterra. La película, dirigida por James Gray, se centra en la tensa dinámica familiar de JR (Carlen Altman) y Colin (Alex Ross Perry), y la forma en que sus vidas interconectadas se desmoronan ante la obligación de trasladar las pertenencias de un profesor demisionario. Gray elige la incomodidad deliberadamente, y la resulta eficaz, aunque a veces se siente más como una serie de situaciones embarazosas que una exploración profunda.

La dirección de Gray es sutilmente observadora. No intenta iluminar el drama con flashes emocionales, sino que se contenta con registrar los momentos de tensión y desconcierto con una cámara aparentemente neutra. La película se beneficia enormemente de la puesta en escena, con una paleta de colores apagados y saturación baja que refleja la melancolía y el descontento que impregnan la historia. La elección del escenario, un paisaje rural y casi desolador, es fundamental para el tono general. Se percibe un ambiente de estancamiento, donde las aspiraciones y los sueños se ven sofocados por las responsabilidades y el pasado. Gray sabe cómo construir una atmósfera densa y opresiva, incluso en las escenas aparentemente más mundanas.

Las actuaciones son sólidas, especialmente las de Alex Ross Perry y Carlen Altman. Perry, quien también participa en la escritura, ofrece una interpretación contenida pero muy expresiva de Colin, un joven frustrado y resentido con su vida. Su personaje está repleto de silencios incómodos y miradas de reproche, transmitiendo una sensación de alienación palpable. Altman, en el papel de la ambiciosa aspirante a presentadora, aporta una vulnerabilidad subyacente a su fachada de confianza. Aunque el elenco secundario, con figuras como Bob Byington y Kate Lyn Sheil, ofrece momentos divertidos, sus personajes no alcanzan el mismo nivel de profundidad.

El guion, co-escrito por Ross Perry, es donde la película sufre más. Si bien las situaciones incómodas son creíbles y generan un cierto humor negro, el desarrollo de los personajes y la exploración de las relaciones familiares carecen de la complejidad y la resonancia emocional que se podrían haber logrado. Se siente como si el guion se aferrase a la idea de “situación incómoda” más que a la construcción de personajes coherentes y motivados. La película trata temas interesantes – la decepción de las expectativas, la responsabilidad familiar, el peso del pasado – pero no profundiza lo suficiente en ellos. Se nos presenta un resumen de estos temas, pero no se nos permite realmente sentir su impacto.

En resumen, “The Color Wheel” es una comedia dramática que ofrece momentos interesantes, pero que no alcanza su máximo potencial. La dirección es competente y las actuaciones sólidas, pero el guion carece de la sustancia necesaria para transformar las situaciones incómodas en una experiencia cinematográfica verdaderamente memorable.

Nota: 6/10