The Cooler (2003)

“The Cooler” (El Disfrutador) es una joya oscura y perturbadora, una película que se instala en la mente y no la abandona fácilmente. Dirigida por Alex Crossan y Nicolás Winding Refn, esta obra se sumerge en la desesperación y la corrupción, ofreciendo una visión visceral de un hombre atrapado en una espiral descendente de autodestrucción. La película no busca ofrecer soluciones fáciles ni moralizar; en cambio, se concentra en la psicología de Bernie Lootz (Michael Fassbender), un hombre que, por pura suerte y un trabajo inoportuno, se ha convertido en un peón en el juego de un malvado capo del casino, Shelly (Robert De Niro).

Fassbender, en una de sus mejores actuaciones, redefine la figura del antihéroe. Su interpretación de Bernie es magistral, transmitiendo un anhelo profundo y una fragilidad que resultan desgarradoras. No es un villano; es un hombre desprovisto de ambición, reducido a la mera supervivencia y, en última instancia, a la búsqueda de una salida, una oportunidad, una conexión. La cámara, en manos de Refn, no se detiene en juzgar, sino que se convierte en cómplice de su mirada, observando y capturando las pequeñas miserias y los momentos de vulnerabilidad de Bernie. La iluminación, intensa y con un uso inteligente del color, contribuye a la atmósfera opresiva y claustrofóbica que envuelve la historia. La película evoca la estética de la vieja Hollywood, pero la transforma en algo mucho más inquietante y moderno.

De Niro, por otro lado, ofrece una interpretación sorprendentemente sutil. Shelly no es el clásico gánster amenazante; es un personaje complejo, frío y calculador, pero también vulnerable y obsesionado con el control. Su relación con Bernie no es de poder sino de necesidad, un pacto silencioso basado en la dependencia mutua. El guion, adaptado de un guion de Quentin Tarantino, es brillante en su ambigüedad moral. Se plantea preguntas incómodas sobre la suerte, la justicia y la redención. La película no ofrece respuestas, sino que los invita a reflexionar sobre la naturaleza humana y la búsqueda del escape. Hay una tensión constante, no basada en la acción directa, sino en la anticipación de lo que va a suceder, en el susurro de la tragedia.

Si bien la película puede resultar un tanto lenta para algunos espectadores, la intensidad emocional y la atmósfera tensa compensan con creces esa lentitud. "The Cooler" no es un espectáculo visualmente impactante, pero sí es una experiencia cinematográfica profundamente perturbadora y, en última instancia, ineludible. Es una película que se queda con uno mucho después de que los créditos finales hayan empezado a rodar. La dirección es precisa, las actuaciones son impecables y el guion, aunque desafiante, es una obra maestra de la ambigüedad moral. Es una película que merece ser vista y, sobre todo, reflexionada.

Nota: 8.5/10