“The Den” no es precisamente una película que te deje boquiabierto al principio. Más bien, te instala lentamente, como un aire frío que te penetra hasta los huesos. El director, Michael Winterbottom, opta por una atmósfera de inquietud palpable, una sensación constante de incomodidad que es el corazón de esta historia, y lo consigue con maestría. La película se centra en Eleanor, interpretada con una sutileza asombrosa por Rebecca Ferguson, una joven investigadora que observa las sesiones de webcam, buscando patrones en el comportamiento de los usuarios. No se trata de un espectáculo explícito, sino de una mirada sombría a la desconexión, a la soledad y, paradójicamente, al peligro latente que se esconde detrás de la fachada de la intimidad virtual.
Winterbottom construye la tensión no a través de sustos baratos, sino a través de la incomodidad y la desconfianza. La fotografía es esencial para esta construcción: colores apagados, ángulos disonantes, planos que a menudo se sobrepasan y la sensación constante de estar siendo observado. Esta atmósfera, aunada a la banda sonora minimalista, crea una experiencia visceral que te lleva directamente al apartamento de Eleanor, sumergiéndote en su aislamiento. El uso del sonido es particularmente efectivo, con una insistente y repetitiva nota de bajo que representa la constante amenaza que se cierne sobre ella. Es una dirección que, a pesar de su lentitud inicial, se recompensa con una progresión de la tensión psicológica que es muy bien calibrada.
La actuación de Rebecca Ferguson es, sin duda, la joya de la corona. Ella consigue transmitir a la perfección la fragilidad, la vulnerabilidad y, eventualmente, la desesperación de Eleanor. No se trata de una heroína clásica; es una persona ordinaria, atrapada en una situación extraordinaria. Su mirada, llena de incertidumbre y miedo, es el foco principal de la película y, en ella, reside toda la carga emocional. Los secundarios, aunque con menos desarrollo, también ofrecen buenas interpretaciones, pero sin eclipsar el desempeño de Ferguson. En particular, David Thewlis aporta una presencia inquietante como el detective encargado de investigar el caso, un personaje que se siente más preocupado por la disrupción en su rutina que por la gravedad del crimen.
El guion, aunque no es particularmente complejo en su trama, si tiene la virtud de explorar temas relevantes sobre la tecnología, la privacidad, la naturaleza de las relaciones humanas en la era digital y la facilidad con la que la realidad puede distorsionarse a través de la pantalla. La película no ofrece respuestas fáciles; más bien, plantea preguntas inquietantes sobre la moralidad y la responsabilidad en el mundo virtual. La resolución, aunque satisfactoria, no es grandilocuente, sino que se centra en la consecución de la verdad y en las consecuencias que tiene para los personajes involucrados. “The Den” se deja ver, sí, pero exige un cierto grado de paciencia e interés por parte del espectador. Es una película que, una vez que te instala, te atrapa hasta el final.
Nota: 7/10