The Details (2012)

“The Details” de Joel Schumacher es una película que se instala en la mente como una mancha persistente, un recordatorio inquietante de lo banal y lo retorcido que puede ocultarse bajo la superficie de la vida cotidiana. Schumacher, conocido por su trabajo en acción y ciencia ficción, demuestra una sorprendente habilidad para la comedia negra, aunque esta película no se rié de nada, sino que se deleita en la lenta, casi metódica, erosión de una relación a punto de desmoronarse, exacerbada por una invasión de cucarachas. La premisa, aunque sencilla, es la puerta de entrada a una exploración profunda de la hostilidad, el resentimiento y la incapacidad de comunicarse entre dos personas que se han pasado una década viviendo en una burbuja de silencio.

La dirección de Schumacher es sutilmente perturbadora. No hay explosiones ni persecuciones, sino una atmósfera densa y opresiva, construida a través de una fotografía fría y descolorida que refleja el estado emocional de los protagonistas. La película se beneficia enormemente de un uso magistral del plano secuencia, especialmente en la escena del comedor, donde el conflicto se desarrolla de forma gradual y casi imperceptible, utilizando la lentitud para aumentar la tensión de forma insidiosa. Schumacher nos obliga a ser observadores atentos, a notar cada gesto, cada mirada, cada silencio incómodo. Este enfoque deliberado puede resultar lento para algunos espectadores, pero es fundamental para la efectividad de la película y para su análisis de la dinámica marital.

Las actuaciones de Charles Dance y Frances McDormand son, sencillamente, excepcionales. Dance ofrece una interpretación del terror, no del tipo físico, sino del terror psicológico. Su personaje, un hombre de negocios obsesionado con la limpieza y el orden, transforma una simple infestación en una obsesión paranoica, una búsqueda desesperada por controlar lo que percibe como una amenaza inminente. McDormand, como su esposa, aporta una fragilidad contenida, una quietud que es más amenazante que cualquier grito. La química entre los dos actores es el corazón de la película, un resentimiento silencioso que se alimenta a lo largo de los años y que finalmente se desencadena por una invasión de cucarachas, convirtiéndose en el catalizador de una tragedia inevitable. La complejidad de sus personajes, sus silencios, sus miradas, son la clave para entender la gradual desintegración de su matrimonio.

El guion, escrito por Joel Schumacher y Shigemaro Sato, es el punto más débil de la película. Si bien las ideas son interesantes, la ejecución a veces se siente un poco forzada y el ritmo es irregular. El final, aunque impactante, puede resultar demasiado abrupto para algunos, aunque se entiende como una consecuencia lógica de la acumulación de tensión. No obstante, el guion se beneficia de un tratamiento muy particular, centrándose en la psicología de los personajes y en la descripción del proceso de deterioro de la relación, más que en la acción o la resolución del conflicto. Es una película que, en última instancia, se trata más de observar el deterioro de una familia que de encontrar una solución. La sensación de incomodidad y la lenta disolución de la normalidad son el principal atractivo.

Nota: 7/10