“The Devil Inside” (El Demonio Interior), dirigida por Eli Roth, es una experiencia visceral y perturbadora que se aferra a la memoria del espectador mucho después de que los créditos finales haya acabado de rodar. La película no se conforma con un simple thriller psicológico; es un estudio de horror en el que la frontera entre la locura y la posesión demoníaca se difumina hasta el punto de volverse indistinguible, sumergiéndonos en una atmósfera de tensión claustrofóbica y creciente desesperación. Roth, conocido por su incursión en el subgénero slasher, demuestra una notable habilidad para construir una sensación de incomodidad y vulnerabilidad que se intensifica a medida que avanza la trama.
El guion, adaptado de la novela de Wayne Barlowe, es complejo y a menudo desconcertante. Si bien la base es una historia de asesinato familiar, Roth no se limita a construir un thriller de crímenes. El eje central gira en torno a la naturaleza de la posesión demoníaca y la capacidad de los demonios para manipular a sus víctimas. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que se adentra en la ambigüedad, plantando dudas sobre la sanidad mental de María Rossi y la verdadera naturaleza de su sufrimiento. La investigación en el hospital de Centrino, con sus tratos médicos cuestionables y sus experimentos, añade una capa de desconfianza que impregna la historia, intensificando el horror psicológico.
La dirección de Roth es magistral, particularmente en las escenas de posesión. El uso de la cámara y la edición contribuyen a una sensación de caos y pérdida de control. Las secuencias de posesión son visualmente impactantes y horripilantes, pero se basan más en la sugestión y la atmósfera que en el gore explícito, un cambio refrescante para el cine de terror contemporáneo. Las actuaciones son sólidas, destacando la interpretación de Isabelle Adjani como María Rossi. Su transformación a lo largo de la película es convincente, transmitiendo tanto la fragilidad de una mujer quebrada como la fuerza de la posesión demoníaca. También, las interpretaciones de Corey Stoll y Vincent Pastore como los jóvenes exorcistas aportan un contrapunto realista y un elemento de incertidumbre a la narrativa.
Sin embargo, la película no es perfecta. La trama puede ser a veces confusa y la resolución, aunque satisfactoria, podría haber sido más elaborada. Algunos elementos visuales, aunque eficaces, podrían considerarse excesivos o redundantes. No obstante, la atmósfera opresiva, las actuaciones memorables y la exploración de temas complejos sobre la salud mental y el mal hacen de "The Devil Inside" una experiencia cinematográfica perturbadora y digna de ser vista. Es una película que te dejará pensando en ella mucho tiempo después de que hayas visto los créditos.
Nota:** 7/10