The Diary of a Teenage Girl (2015)

“The Diary of a Teenage Girl” no es una película que te asalta con una narrativa grandilocuente o efectos visuales deslumbrantes. En cambio, construye una atmósfera melancólica y conmovedora que se aferra a ti, recordándote la intensidad de la adolescencia y las inevitables desilusiones que la acompañan. Dirigida con sensibilidad por Max Palma, la película se sitúa en el San Francisco de los años 70, un contexto que, más allá de la estética vintage, aporta una sensación de liberación y rebeldía que contrasta con la timidez de su protagonista.

Anne Hathaway, en un papel que le sienta como un guante, ofrece una interpretación absolutamente convincente como Minnie Goetze. Su actuación va más allá de lo físico; Hathaway captura la complejidad de la adolescencia, la inseguridad, el deseo de independencia y la frustración de una chica que se siente atrapada entre las expectativas de su madre y sus propios anhelos. Minnie no es simplemente una chica que se acuesta con el novio de su madre, sino una joven en búsqueda de su identidad, un camino que se pavimenta con errores, con pasiones efímeras y con el descubrimiento del amor, no solo romántico, sino también a la amistad y a la propia creatividad.

El guion, adaptado de la novela homónima de Nancy Davies, es la verdadera joya de la película. Evita los clichés juveniles, centrándose en las pequeñas, cotidianas situaciones que marcan la vida de una adolescente. Las conversaciones entre Minnie y su madre, Grace (Phillip Noyce), son especialmente potentes. No se trata de confrontaciones dramáticas, sino de silencios incómodos, de miradas de reproche, de intentos fallidos de comunicación. La relación entre ambas es tensa, imperfecta, pero también llena de un amor incondicional, aunque a veces expresado de manera torpe. La película explora con sutileza la dinámica familiar, el deseo de independencia, la búsqueda de la libertad y la búsqueda de la propia voz. El guion se beneficia enormemente de las escenas en la escuela, donde se observa la timidez y la auto-conciencia de Minnie, y en su taller de cómics, donde se representa su aspiración artística.

La dirección de Palma es precisa y elegante. Utiliza la cámara con naturalidad, observando a los personajes en sus momentos de intimidad, creando un ambiente íntimo y envolvente. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada, complementa a la perfección la atmósfera melancólica de la película, y las escenas de arte, que muestran la evolución del estilo de Minnie, son un elemento visual importante. Si bien el ritmo podría haberse beneficiado de algunas escenas más rápidas, el enfoque en la atmósfera y en la relación entre Minnie y su madre compensa las posibles deficiencias narrativas. La película no intenta ser grandiosa, pero logra transmitir con éxito la complejidad de la adolescencia y la belleza de los pequeños momentos de conexión humana. Es una película que invita a la reflexión y que te deja con una sensación de nostalgia, como un recuerdo dulce y agridulce.

Nota: 8/10