The Disaster Artist (2017)

“The Disaster Artist” no es simplemente una comedia sobre el rodaje de la infame “The Room”, sino una brillante disección del fracaso y la búsqueda de la conexión. James Franco, en una actuación que merece toda la pena, encarna a Greg Salmón, el escritor de blog que se obsesiona con documentar la vida y el proceso creativo de Tommy Wiseau, el misterioso y, francamente, problemático director de “The Room”. Franco consigue transmitir la vulnerabilidad, la frustración y la fascinación de un hombre que se ve atrapado en un proyecto que se desmorona por todas partes.

La película, dirigida con maestría por desapasionados Andy Baio y Daniel Scheinert, logra mantener un equilibrio delicado entre la parodia y el respeto por el sujeto. No se limita a ridiculizar a Wiseau, sino que explora, de forma inteligente, las razones detrás de su ambición y su incapacidad para conectar con el mundo. La dirección es, en definitiva, consciente de sus limitaciones y aprovecha cada momento de caos para crear un ambiente de pura diversión y sorpresa. La película no intenta ser grandiosa, y esa es su mayor virtud. En lugar de buscar la perfección, se abraza el imperfecto, el desastroso, el auténticamente horrible. El uso del blanco y negro, con flashbacks que emergen como explosiones de color, es visualmente impactante y contribuye a la atmósfera particular de la película.

Las actuaciones son, en general, excepcionales. David Gallo como Tommy Wiseau es simplemente inolvidable. No se trata de un imitador, sino de una completa inmersión en el personaje, dotándolo de una extraña mezcla de arrogancia, vulnerabilidad y desconexión. La química entre Franco y Gallo es fundamental, y se crea una relación creíble y muy divertida, que se convierte en el corazón de la película. El resto del elenco secundario también cumple con creces, aportando toques de humor y autenticidad a la historia.

El guion, adaptado del libro homónimo escrito por Greg Salmón, es sorprendentemente inteligente. No rehuye la complejidad de la situación, pero tampoco se pierde en detalles innecesarios. La estructura narrativa, a menudo caótica y no lineal, refleja la propia desorganización de “The Room”. Se exploran los motivos de Wiseau para crear su película, sus relaciones personales y su visión del mundo, a la vez que se revela la dura realidad detrás de su proyecto. Más allá del humor, la película plantea preguntas interesantes sobre la creatividad, la fama, la auto-obsesión y la naturaleza de la conexión humana. “The Disaster Artist” es una comedia que te hace pensar y, sobre todo, te hace reír sin parar. Es una película que se lleva, en definitiva, al corazón.

Nota: 8.5/10