The Errand of Angels (2008)

“The Errand of Angels” no es una película que te golpea con un melodrama explosivo, ni tampoco una epopeya religiosa. Es, en cambio, una pequeña joya del cine independiente que, con una honestidad y sensibilidad sorprendentes, explora la dificultad de la adaptación cultural y el crecimiento personal a través de la lente de una misión religiosa. La película, dirigida por el experimentado Jonathan Kaplan, se centra en Rachel Taylor, interpretada con una vulnerabilidad palpable por Kaitlyn Dever, una joven misionera que se traslada a Austria para un servicio de 18 meses. Su llegada a la pequeña comunidad, poblada por una anciana solitaria y una gente aferrada a sus tradiciones, la enfrenta a un choque cultural que la obliga a cuestionar sus propias convicciones y su visión del mundo.

Lo que realmente distingue a “The Errand of Angels” es su prosa visual y su ritmo pausado. Kaplan evita la grandilocuencia, permitiendo que la historia se desarrolle de manera orgánica. La fotografía, con sus tonos suaves y nostálgicos, captura la belleza agreste de los paisajes austriacos y la atmósfera melancólica de la aldea donde Rachel se encuentra. La película no rehúye de la incomodidad y la frustración que siente la protagonista, mostrando sus intentos torcidos de conectar con sus compañeras, con el pueblo y con su propia fe. La relación con la anciana, Hilda, interpretada magistralmente por Judith Light, es el corazón emocional de la película. A través de sus conversaciones, se desarrolla un vínculo inesperado y conmovedor que ofrece a Rachel, y al espectador, un espejo para reflexionar sobre el poder de la empatía y la necesidad de comprender a los demás.

Dever, conocida por su interpretación en "Bookshop" y "Dice Paris", demuestra su versatilidad como actriz. Su Rachel es una joven idealista, atormentada por la duda y la inseguridad, pero también poseedora de una curiosidad genuina y un espíritu amable. La química entre Dever y Light es esencial para el éxito de la película. Light, en particular, le proporciona una profunda complejidad a su personaje, mostrando un rostro lleno de historias y una sabiduría acumulada a lo largo de los años. El guion, escrito por Jonathan Dayton y Valerie Faris, es inteligente y sutil. Evita caer en clichés religiosos y se centra en la experiencia humana, en la lucha por encontrar el lugar al que pertenecemos y la conexión que necesitamos. Las escenas de diálogo son auténticas y reveladoras, y la película consigue transmitir, sin sermonear, la importancia de la tolerancia y la aceptación.

Aunque el ritmo puede resultar un poco lento para algunos espectadores, “The Errand of Angels” es una película conmovedora y reflexiva que invita a la contemplación. No es un drama grandioso, sino un pequeño retrato de la vida, de la fe, de la búsqueda de sentido y de la capacidad humana para la bondad y el entendimiento. Es una película que perdura en la memoria mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar, recordándonos que a veces, los actos más significativos son los más pequeños y los más inesperados.

Nota: 8/10