“La mirada del amor” es una película que, en su premisa, seduce con una promesa de dolor y redención, pero que, en su ejecución, no logra alcanzar la profundidad emocional que podría haberle otorgado una verdadera resonancia. La historia, en esencia, se centra en Elia, interpretada magistralmente por Lucía Jiménez, una mujer cuya vida ha sido destrozada por la pérdida de su esposo. La película establece un tono melancólico desde el principio, utilizando la fotografía sombría y una banda sonora minimalista para reflejar la soledad y el vacío que Elia siente. Sin embargo, el núcleo de la trama, la coincidencia con un hombre que se parece de manera inquietante a su difunto, es donde la película comienza a tambalearse ligeramente.
La dirección de Mateo Vargas es, en general, precisa y respetuosa con la sensibilidad de la protagonista. Vargas logra crear atmósferas introspectivas y a veces opresivas, pero no siempre sabe cómo sacar el máximo partido a las actuaciones de los actores. La película se beneficia de la interpretación de Jiménez, quien aporta una vulnerabilidad genuina y una fuerza interior que le permite transmitir el dolor y la confusión de Elia con una sutileza admirable. Su mirada, en particular, comunica más que muchas de las diálogos de la película. Sin embargo, otros personajes, como el hombre misterioso, interpretado por Daniel Pérez, parecen meros arquetipos, careciendo de la complejidad necesaria para generar un interés profundo en el espectador. La química entre los dos protagonistas, aunque presente, no es lo suficientemente convincente para impulsar la narrativa hacia adelante.
El guion, escrito por Ana Castillo, es el punto débil de la película. Si bien la idea inicial es intrigante, el desarrollo de la trama es lento y, en ocasiones, redundante. La película se centra demasiado en la descripción del dolor de Elia, a expensas de explorar las motivaciones del hombre misterioso o la naturaleza del vínculo que se establece entre ellos. Se introduce una vaga explicación sobre la posible conexión entre ambos, relacionada con un misterio del pasado, que, en lugar de generar suspense, se siente forzada y poco convincente. Además, el ritmo pausado, aunque adecuado para construir la atmósfera melancólica, a veces se vuelve tedioso, impidiendo que la película mantenga el interés del espectador. Se podría haber explorado más la relación entre Elia y su círculo social, que sirve para demostrar la soledad de la protagonista sin necesidad de recurrir al cliché del “hombre parecido a su esposo”.
A pesar de sus fallas, “La mirada del amor” ofrece momentos de belleza visual y una interpretación destacada de Lucía Jiménez. La película, en definitiva, es una reflexión sobre el duelo, la memoria y la búsqueda de sentido después de una pérdida devastadora. No obstante, su ejecución carece de la fuerza dramática y la originalidad necesarias para convertirse en una obra realmente memorable. Se siente como un ejercicio de estilo, más que como una historia profundamente arraigada en la experiencia humana.
Nota: 6/10