La fragua (2024)

“La fragua” (The Forge) es un drama que, aunque no llega a la magnitud de las obras del género que explora con tanta profundidad, logra generar una atmósfera tensa y un relato de transformación personal que, en última instancia, resulta conmovedor. La película se centra en Isaiah Wright, un joven de 18 años al borde del precipicio, sin un rumbo claro en la vida y condenado a un futuro incierto después de abandonar la escuela secundaria sin una perspectiva. El despertar que experimenta, no es glorioso ni repentino, sino un proceso doloroso y gradualmente perceptible, y la película logra capturar esa incomodidad, esa sensación de estar atrapado en un ciclo que parece inevitable.

La dirección de Brandon Cronenberg es decididamente inquietante. No se basa en sustos fáciles ni en elementos excesivamente gráficos, sino en una construcción visual y auditiva que permea la narrativa. El uso del rojo, en particular, es omnipresente y, a menudo, simbólico. El color, la luz, el sonido – todo está cuidadosamente controlado para transmitir la disonancia interna del protagonista y el ambiente opresivo en el que se mueve. Cronenberg demuestra una sensibilidad considerable para crear una sensación de claustrofobia psicológica, donde cada escena se siente como una pesadilla vivida. Su estilo, influenciado por su padre, David Cronenberg, está presente, no de forma ostentosa, sino en una preocupación por la experiencia visceral, la exploración de la psique humana a través de imágenes perturbadoras.

El protagonista, interpretado magistralmente por Timothée Chalamet, ofrece una actuación que es, sencillamente, excepcional. Demuestra una vulnerabilidad cruda y honesta que transmite la angustia, la frustración y la desesperación de Isaiah de una manera absolutamente convincente. Su evolución a lo largo de la película es sutil pero palpable, y Chalamet logra comunicar la complejidad del personaje con una intensidad emocional que te obliga a sentir lo que él siente. El resto del reparto, aunque secundarios, aporta un peso considerable a la historia, particularmente Josh Hollander como un hombre con un pasado oscuro y complicado, que se convierte en una figura paterna improbable para Isaiah.

El guion, aunque no está exento de certezas narrativas que podrían haber sido más audaces, se centra en la exploración de la responsabilidad, la redención y el impacto de las decisiones pasadas en el presente. La historia es, en esencia, un recordatorio de que el camino hacia la madurez no siempre es lineal y que a veces, la verdadera fuerza reside en aceptar los errores del pasado. La película se toma su tiempo para mostrar la verdad: la vida no ofrece soluciones fáciles y las consecuencias de nuestras acciones pueden ser, a menudo, devastadoras. A pesar de las dudas sobre algunos momentos expositivos, el guion logra construir un relato que explora temas profundos con una honestidad sorprendente. Sin embargo, se siente que podría haberse beneficiado de un ritmo ligeramente más dinámico y de un desarrollo de algunos personajes secundarios más exhaustivo.

Nota: 7/10