The Free Fall (2022)

“The Free Fall” se presenta como una intrincada y perturbadora exploración de la identidad, la memoria y la fragilidad de la percepción, una película que te aferra desde el primer momento y no te suelta hasta sus últimos fotogramas. La historia, aunque sencilla en su premisa, se transforma en un laberinto psicológico, exigiendo al espectador una participación activa para desentrañar los fragmentos de la realidad de Sara, la protagonista, quien despierta de un coma sin recordar nada de su pasado. Y es precisamente esta falta de contexto inicial lo que, en mi opinión, es la principal fortaleza de la película.

La dirección de Ben Sobieraj es impecable, creando una atmósfera de constante tensión y desasosiego. La paleta de colores, predominantemente fríos y grises, intensifica la sensación de irrealidad, como si la propia Sara estuviera atrapada en una pesadilla lúcida. El uso de la cámara es deliberado y expresivo, con planos cortos y rápidos que reflejan la confusión y la fragmentación de la memoria. Sobieraj sabe utilizar el silencio y la música, a menudo disonante y perturbadora, para aumentar el impacto emocional de las escenas. No se rehúye a la ambigüedad y a la sugerencia, dejando que el espectador interprete y complete las piezas del rompecabezas, lo cual es una estrategia valiente que, en mi entender, eleva significativamente la película.

El papel de Hannah Herzhauser como Sara es, sin duda, el corazón de la película. Su interpretación es magistral, transmitiendo con perfección la vulnerabilidad, el miedo y la desesperación de una mujer que lucha por recuperar su identidad. Herzhauser logra que el espectador empatice profundamente con Sara, sintiendo su confusión y su angustia. La actuación no es meramente superficial; hay una profundidad emocional palpable, una honestidad cruda que conecta con el núcleo de la historia. El resto del reparto es competente, pero la fuerza de la película reside en la interpretación de Herzhauser.

El guion, coescrito por Sobieraj y Bartosz Konopko, es, en ocasiones, sutilmente inquietante. La trama se desarrolla de forma gradual, revelando pistas y detalles que, al principio, parecen insignificantes, pero que luego adquieren una importancia crucial. La película no ofrece respuestas fáciles ni explicaciones definitivas. En cambio, se centra en las preguntas existenciales: ¿Qué nos define como personas? ¿Qué sucede cuando perdemos la memoria? ¿Cómo podemos confiar en nuestros recuerdos y en la realidad que percibimos? Aunque algunas líneas de diálogo podrían sentirse algo forzadas, la película en su conjunto está bien construida y mantiene al espectador enganchado. La sensación de que algo fundamental está oculto, de que las reglas del juego son diferentes, es constante, y esto es, a mi juicio, el elemento más atractivo.

“The Free Fall” no es una película para todos los públicos. Requiere atención, paciencia y una disposición a dejarse llevar por la atmósfera opresiva y la ambigüedad de la trama. Sin embargo, para aquellos que aprecien las películas que desafían la mente y que plantean preguntas profundas, esta es una joya cinematográfica que merece ser vista.

Nota: 8/10