Caza al asesino (2013)

“Caza al asesino” no es precisamente un melodrama romántico. Es, ante todo, una pieza visceral, perturbadora y, a su manera, notablemente efectiva. La película, basada en los horribles crímenes cometidos por Robert Hansen en el Alaska de los 80, evita la tentación de la melodramatización, optando por una narrativa sombría y claustrofóbica que se aferra a la angustia y la desesperación. La dirección de Eric Brown es sólida, especialmente en las escenas que se sitúan en la cabaña, el espacio reducido y oscuro donde Hansen realizaba sus macabros juegos de caza. La iluminación tenue y el uso del sonido, especialmente el crujir de la madera y los sonidos animales, contribuyen a crear una atmósfera de tensión constante, una sensación de peligro inminente que se palpa en cada fotograma.

Nicolas Cage ofrece una actuación magistralmente contenida. Su Jack Halcombe es un hombre marcado por el trauma, un agente de policía consumido por la venganza y la necesidad de hacer justicia. Cage no recae en clichés de acción o sobreactuaciones; su interpretación se basa en una expresión facial sutil y en una mirada penetrante que revela la profundidad de su dolor y determinación. John Cusack, por su parte, interpreta a Robert Hansen con una ambigüedad inquietante. No se presenta como un monstruo unidimensional, sino como un hombre complejo, atrapado en un ciclo de violencia y autodestrucción. Su Hansen es un hombre que parece perder el control de su propia mente, un reflejo de la desolación y el aislamiento del paisaje al que está condenado. La química entre Cusack y Hudgens es fundamental para el desarrollo del conflicto y la sensación de incomodidad que la película genera.

El guion, adaptado de la no ficción de Truman Caprice, es el punto fuerte de la película. Evita simplismos y se adentra en las complejidades psicológicas de los personajes, explorando la naturaleza del trauma, la culpa y la redención (aunque esta última es cuestionable). La trama no se basa en persecuciones frenéticas o momentos espectaculares, sino en la lenta erosión de la paciencia y la creciente desesperación de Halcombe. Se centra en la psicología del cazador y la presa, mostrando el impacto devastador de los actos de Hansen en las víctimas y en su propio ser. Es una película que se queda contigo, que te incomoda y te hace reflexionar sobre la oscuridad que puede esconderse en los rincones más recónditos de la condición humana. No se trata de una película fácil de ver, pero su honestidad y su crudeza la convierten en una experiencia cinematográfica memorable.

Nota: 7.5/10