“The Girl in a Swing” es una película de suspense psicológico que se construye sobre una base de inquietud y ambigüedad, y que, a pesar de sus momentos de solidez, no logra alcanzar el pleno potencial que promete. Dirigida por (nombre del director no proporcionado, pero asumiremos una dirección discreta, no deslumbrante), la película establece su atmósfera en la majestuosa pero opresiva Copenhague, aprovechando al máximo la arquitectura y la luz danesa para crear un ambiente de melancolía constante. Esta ambientación es, sin duda, uno de sus puntos fuertes, pues contribuye de manera efectiva a la sensación de que algo está terriblemente mal.
Rupert Frazer, interpretado con precisión por el actor británico, ofrece una actuación sutil pero convincente. Su personaje, un hombre de negocios exitoso y aparentemente frío, se deshace de su máscara de profesionalismo ante la inexplicable fascinación por Elspet Gray. La relación entre Frazer y Gray, con su intrincado tira y afloja, es el motor principal de la trama y se desarrolla con una naturalidad que aumenta la tensión. Meg Tilly, por su parte, brinda una interpretación memorable como la enigmática Elspet. No se trata de una actuación grandilocuente, sino de una delicadeza en el gesto y en la mirada que transmite la profunda tristeza y, quizá, el terror de un alma atormentada. Su personaje es un enigma en sí mismo, y Tilly lo maneja con maestría, dejando al espectador con más preguntas que respuestas.
El guion, aunque intrigante, es donde la película se muestra más vulnerable. Si bien la idea de un hombre arrastrado a un pasado oscuro a través de un amor obsesivo es atractiva, la ejecución, en ocasiones, se siente un tanto predecible. Algunos giros argumentales, aunque bien intencionados, resultan forzados y, en algunos momentos, su falta de profundidad resta credibilidad a la historia. Se percibe una excesiva dependencia de clichés del género, como las apariciones fantasmales y los extraños sonidos, que, aunque efectivos en su momento, eventualmente se vuelven redundantes. A pesar de estos inconvenientes, el ritmo general de la película es ágil y mantiene la atención del espectador. La tensión se acumula gradualmente, culminando en un final que, aunque no del todo satisfactorio, es lo suficientemente impactante como para provocar reflexión.
En definitiva, “The Girl in a Swing” es una película que, a pesar de sus fallas, merece ser vista por sus actuaciones sólidas y su atmósfera envolvente. Es una pequeña joya de suspense que, si bien no redefine el género, ofrece una experiencia cinematográfica digna de recordar. Su propuesta es un estudio sobre la obsesión, la culpa y la fragilidad de la memoria.
Nota: 7/10