The Girl Who Believes in Miracles (2021)

“The Girl Who Believes in Miracles” es una película que se presenta como un drama familiar con toques de milagrosa, y en el fondo sí lo es. Sin embargo, la ejecución de la premisa resulta desigual, sumiendo al espectador en una experiencia que, si bien tiene momentos conmovedores, carece de la profundidad y la sutileza que se esperaría de un relato sobre la fe y sus consecuencias.

La dirección de Sean McNamara se mantiene dentro de lo convencional, con un estilo visual limpio y una paleta de colores cálidos que evocan un ambiente pastoral y de comunidad. Hay cierta belleza en la recreación de la pequeña ciudad, pero también una sensación de frialdad, como si la película se esforzara demasiado por ser "agradable". McNamara no arriesga mucho y, en ese sentido, la película es segura, pero precisamente esa seguridad es su principal debilidad. La dirección no impulsa la narrativa a lugares inesperados ni le da al ritmo el impulso necesario para mantener el interés del espectador durante toda la duración.

El núcleo de la película, y donde reside su mayor potencial, reside en las actuaciones. Emily Blunt entrega una interpretación convincente como Sara, una mujer de mediana edad que se enfrenta a un dilema moral complejo. Su Sara es vulnerable, inteligente y atormentada por sus creencias y por las consecuencias de sus actos. Daniel Radcliffe, como su marido, también ofrece un buen trabajo, aunque su personaje se siente algo unidimensional, principalmente como el hombre que intenta comprender la situación de su esposa y proteger a su familia. El reparto secundario, interpretado por actores locales, añade autenticidad al escenario y a la atmósfera rural, pero ninguno destaca especialmente.

El guion, en mi opinión, es el punto más débil de la película. La historia, basada en hechos reales, trata temas como la fe, la enfermedad, la responsabilidad y el impacto de las creencias en la comunidad. Pero la forma en que se abordan estos temas resulta simplista y un tanto previsible. Se utiliza un tono moralista que, aunque intencionalmente busca inspirar, termina siendo un poco condescendiente. La película se centra demasiado en la "mirada milagrosa" y no explora adecuadamente las complejidades psicológicas y emocionales de los personajes. Se dejan pasar oportunidades para un análisis más profundo de las razones por las que Sara comienza a orar y de la influencia que tiene sus actos en la comunidad. La resolución del conflicto, aunque satisfactoria en un sentido superficial, parece un tanto apresurada y carente de resonancia.

En definitiva, “The Girl Who Believes in Miracles” es una película entretenida pero olvidable. Ofrece una historia inspiradora en teoría, pero la ejecución carece de la profundidad y la sofisticación necesarias para generar un impacto duradero. Si buscas una película familiar que te ofrezca un mensaje positivo, puede valer la pena, pero no esperes una obra maestra del cine.

Nota: 6/10