The Glorious Lady (1919)

“The Glorious Lady” (La Gloriosa Lady) es una película de época que, pese a contar con un premisa potencialmente atractiva y un trasfondo socialmente interesante, termina por resultar más sombría y melancólica de lo que esperaba. La película, basada en un episodio de la serie “Pride and Prejudice” de Jane Austen, se centra en el desarrollo de una relación inesperada entre el Duque de Loarne y Ivis Benson, una joven de origen humilde que rescata al duque de un accidente. El conflicto surge no solo por la diferencia social, sino también por la elección matrimonial impuesta por la madre del Duque, Lady Eileen, y por la persistente tensión entre el duque y su cuñada.

Dirigida por Walter Overman, la película se distingue por su atmósfera gótica y su representación visual de la Inglaterra del siglo XIX. Los paisajes, incluso las mansiones y los interiores, están cuidadosamente diseñados y transmiten una sensación de opulencia mezclada con un cierto aislamiento. La fotografía, por parte de Arthur Montague, es particularmente destacable, con una paleta de colores apagados y una iluminación que acentúa la melancolía de la historia. Sin embargo, esta cuidada estética visual a veces parece eclipsar la narrativa, creando una experiencia visualmente hermosa pero, en algunos momentos, un tanto fría.

El núcleo de la película reside en las actuaciones de sus protagonistas, especialmente de la joven Mary Belcher como Ivis Benson. Belcher ofrece una interpretación sutil y conmovedora, logrando transmitir la nobleza de espíritu de su personaje a pesar de su origen modesto. El Duque de Loarne, interpretado por Henry Hallett, también se muestra convincente en su lucha entre el deber y la pasión. No obstante, la relación entre los dos personajes principales carece de una chispa suficiente. El romance, aunque basado en la atracción mutua, se siente algo lento y deliberadamente ahogado, lo que dificulta la inmersión del espectador en la intensidad del sentimiento.

El guion, adaptado de la novela de Austen, se adhiere en gran medida a la trama original, pero carece de la audacia y el ingenio característicos de la autora. Se observa una simplificación de los conflictos y un abandono de la complejidad psicológica de los personajes secundarios. El arco argumental se desarrolla de forma predecible y, en ocasiones, se siente forzado, con momentos de diálogo menos inspirados que podrían haber enriquecido la experiencia cinematográfica. Se siente la presión de la adaptación, la necesidad de condensar una historia completa en una película, lo que inevitablemente afecta la profundidad de las relaciones.

A pesar de sus deficiencias, “The Glorious Lady” puede resultar interesante para aquellos que disfrutan de las películas de época y de las adaptaciones de Austen. La belleza visual, las actuaciones correctas y la ambientación histórica son puntos a favor, pero la falta de dinamismo narrativo y la superficialidad de los personajes dificultan su acceso al espectador, dejándolo con una sensación de decepción. No es una obra maestra, pero ofrece un entretenimiento pasivo y visualmente agradable, aunque sin dejar una huella duradera.

Nota: 6/10