The Good Guy (2009)

“The Good Guy” (El Hombre Bueno) es un drama psicológico que, a pesar de su ambientación en la bulliciosa Nueva York de los años 90, se siente sorprendentemente frío y distante. La película, dirigida por el relativamente desconocido Robert Cary, no trata de ofrecerle una grandilocuencia a la historia romántica o de la lucha contra la criminalidad; en cambio, se centra en la introspección de sus personajes, presentando un retrato inquietante de las consecuencias de la violencia y la fragilidad humana. La película se centra en Beth, interpretada con una notable sutileza por Vera Farmigan, una joven que se ve arrastrada por una serie de eventos trágicos que destrozan su vida y sus relaciones.

La dirección de Cary se caracteriza por una economía visual. Evita el melodrama excesivo, optando por planos largos y diálogos mordaces que revelan más con lo que no se dice. La fotografía de David Mullen, con su paleta de colores apagados y la habitual niebla de la ciudad, contribuye a un ambiente opresivo, casi claustrofóbico. Sin embargo, a veces este estilo puede sentirse un poco lento, especialmente para espectadores acostumbrados a una narrativa más dinámica. La película se construye con una paciencia casi metódica, pero esa lentitud, lejos de ser un defecto, puede ser percibida como una estrategia deliberada para sumir al espectador en la atmósfera de desesperación que impregna la historia.

La actuación de Farmigan es, sin duda, el punto culminante de la película. Ella transmite con maestría la confusión, el miedo y la impotencia de Beth, mostrando una vulnerabilidad que contrasta con la aparente fortaleza de su carácter. El personaje de Tommy, interpretado por Elias Koteas, es un tipo ambivalente, más hueso que carne, y su relación con Beth se presenta como un tira y afloja constante, lleno de promesas rotas y silencios incómodos. Koteas, en un papel que requiere una gran carga emocional, ofrece una interpretación convincente, aunque a veces su actuación puede parecer un tanto teatral. La incorporación de Daniel, interpretado por Stephen Rea, añade una capa de complejidad a la trama, aunque su papel, aunque esencial para el desarrollo de la historia, se siente en ocasiones un poco abrupto e incluso justificado, lo que impacta en el peso emocional que se pretende transmitir.

El guion, coescrito por Cary y Richard Pearson, se basa en un escenario realista y en situaciones cotidianas, pero la película carece de un ritmo narrativo vibrante. A pesar de la tensión acumulada, la resolución final, si bien lógica, podría haber tenido un mayor impacto emocional. La película explora temas como la responsabilidad, la moralidad y las consecuencias imprevistas de nuestras acciones, pero no ofrece respuestas fáciles. En lugar de proporcionar un juicio moral, "The Good Guy" presenta una visión sombría de la vida, donde la belleza y la felicidad son efímeras, y la violencia deja una cicatriz imborrable. La película se queda, finalmente, con una sensación de melancolía y una pregunta persistente sobre el precio que pagamos por nuestros errores.

Nota: 7/10