Una buena casa (2022)

“Una buena casa” (A Good Place to Stay) es un drama de humor negro con un toque gótico que, a primera vista, podría parecer un ligero respiro dentro del género de suspense con comedia. Sin embargo, tras un inicio pausado, la película se revela como una exploración sorprendentemente conmovedora y, en ocasiones, perturbadora del aislamiento, el arrepentimiento y la búsqueda de redención. La dirección de Michael Lehmann es precisa y mantiene un ritmo que, aunque deliberadamente lento, permite sumergirse en la atmósfera melancólica de la Nueva Inglaterra rural, una localización que juega un papel fundamental en la construcción de la psicología de los personajes.

El punto de partida, la vida aparentemente tranquila de Hildy Good (Diane Keaton), es cuanto menos peculiar. Esta agente inmobiliaria, con su sarcasmo mordaz, su afición al vino y su conexión con un pasado familiar oscuro, construye una burbuja de indiferencia en torno a sí misma. Keaton, como siempre, ofrece una actuación magistral. Su interpretación de Hildy es sutil, increíblemente matizada y, a pesar de la ironía que la envuelve, transmite una profunda sensación de vulnerabilidad. La película se centra en la lenta erosión de esta fachada, revelando las cicatrices emocionales que la han convertido en la persona que es. Mark Ruffalo, en el papel de Charlie, el exmarido de Hildy, aporta un contrapunto interesante con su energía desbordante y su evidente arrepentimiento por sus errores. La química entre Keaton y Ruffalo es palpable, generando un dinamismo que impulsa la trama.

El guion, coescrito por Lehmann y Michael Ellenberg, se sirve de diálogos afilados y momentos de humor negro para desvelar las frustraciones y los secretos de los personajes. Sin embargo, la película no se limita a la comedia. A medida que la historia avanza, se introduce una atmósfera de suspense latente, con giros inesperados que desafían la percepción del espectador. La película aborda temas como el remordimiento, la dificultad de perdonarse a uno mismo y la necesidad de enfrentar el pasado. El uso del elemento sobrenatural, con reminiscencias de la historia de las brujas de Salem, no es solo ornamental; sirve para amplificar la sensación de fatalidad y destino que impregna la narrativa. La película juega con la percepción de la realidad, dejándonos a menudo con la duda de si lo que vemos es real o una proyección de la mente atormentada de Hildy.

No obstante, la película no está exenta de debilidades. El ritmo lento puede resultar tedioso para algunos espectadores y algunos de los diálogos, aunque inteligentes, se vuelven un tanto repetitivos. Además, la resolución, aunque satisfactoria, podría haberse desarrollado con mayor profundidad. Sin embargo, estas pequeñas imperfecciones no impiden que “Una buena casa” sea una experiencia cinematográfica inquietante y reflexiva, que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y la complejidad de las relaciones. Es una película que se queda con el espectador mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 7/10