The Human Centipede 3 (Final Sequence) (2015)

“The Human Centipede 3 (Final Sequence)” no es una película para tomarse con filosofía. Es, simplemente, una experiencia visceral que, más allá de cualquier intento de análisis profundo, se erige como un monumento a la repulsión, una prueba de que la franquicia ha alcanzado un punto de saturación tan extremo que el propio director, Tom Six, admite que la segunda entrega parecía una fantasía infantil en comparación. Esta última entrega, con una escala de 500 personas en el ciempiés humano, no solo rompe todas las barreras de lo imaginable, sino que se enfrenta al espectador con una brutalidad que, en lugar de resultar inquietante, a menudo se siente como un ejercicio de explotación gratuita.

La dirección de Six es, en esencia, pragmática. Se centra en la ejecución técnica, en la construcción del conjunto humano, en la creación de un ambiente claustrofóbico. Hay una meticulosidad admirable en el diseño de producción, en la ambientación de los interiores y en la recreación de la sensación de confinamiento. Sin embargo, esta atención al detalle técnico, si bien es impresionante, no logra compensar la carencia dramática. La película se basa casi por completo en la repulsión visual y auditiva, recurriendo a la abundancia de efectos especiales horripilantes y a secuencias de violencia gráfica que, aunque técnicamente impresionantes, dejan de ser efectivas tras unos pocos minutos. La narrativa, a pesar de intentar introducir elementos de suspense y ambigüedad, se siente torpe y artificial, desprovista de una lógica interna convincente.

Las actuaciones son, en su mayoría, meras apariencias. Dado el contexto, es comprensible que la mayoría de los actores tengan un papel secundario o incluso un papel que consista simplemente en ser un componente de la masa humana. Algunos, como el actor principal, Dan Buchanan, ofrecen momentos de angustia y desesperación que logran trascender la repulsión inicial, pero la falta de desarrollo de personajes y la superficialidad de sus interacciones dificultan la conexión emocional con la historia. El verdadero desafío reside en transmitir la desesperación de los individuos atrapados, y la película, paradójicamente, ahoga esa posibilidad con su propio estilo visual.

En definitiva, “The Human Centipede 3” es un experimento visual que, en su ambición desmedida, termina resultando decepcionante. La idea de un ciempiés humano con 500 personas es conceptualmente interesante, pero la ejecución carece de sustancia. La película se prolonga innecesariamente, acumulando imágenes grotescas y secuencias violentas que, después de un tiempo, se vuelven repetitivas y aburridas. Se transforma en una sucesión de golpes bajos y efectos especiales, sin ofrecer nada nuevo o significativo a la franquicia. Es un ejemplo perfecto de cómo la escala no equivale a la calidad y cómo la repulsión puede llegar a ser un arma contra sí misma.

Nota: 4/10