The Jack in the Box: El despertar (2022)

“The Jack in the Box: El Despertar” es una propuesta de terror psicológico que, aunque carece de la frescura de un título más original, logra generar una atmósfera inquietante y, en ocasiones, realmente perturbadora. La película, firmada por el director Ethan Cole, no se atreve a caer en la grandilocuencia y la sangre barata que suelen marcar el género, optando por un enfoque más sutil pero profundamente perturbador en la exploración de la culpa y la redención, aunque a un ritmo que podría resultar lento para algunos espectadores.

El guion, adaptado de una historia corta, es el punto fuerte de la producción. Se centra en Elsie (interpretada con una intensidad palpable por Sarah Walker), una mujer consumida por la enfermedad y la paranoia. La premisa de su pacto con un ser maligno, derivado de un viejo juguetero, es el núcleo de una narrativa que se construye lentamente, como una pesadilla que se teje con diálogos complejos y revelaciones inquietantes. No hay jumpscares fáciles ni sustos repentinos; en cambio, la película se alimenta de la tensión, la ambigüedad y la ambivalencia moral. La escritura logra mantener el espectador al borde del asiento, preguntándose constantemente si las acciones de Elsie son un acto de venganza justificado o una locura inevitable. Sin embargo, el guion a veces se pierde en detalles innecesarios que desvían la atención del espectador de la trama principal.

Sarah Walker ofrece una actuación sobresaliente. Su interpretación de Elsie es magistral. El rostro de la actriz, a menudo enigmático y lleno de angustia, es el vehículo principal para transmitir el torbellino interno de la protagonista. La química entre Walker y el actor que interpreta al demonio, un personaje visualmente impactante y casi holográfico, es especialmente efectiva. Aunque la presencia del demonio es más conceptual que física, su impacto emocional es considerable. El resto del elenco secundario, aunque carece de la misma profundidad, cumple su función con solidez, contribuyendo al ambiente opresivo de la película.

La dirección de Ethan Cole es, en general, competente. La película aprovecha al máximo la iluminación natural, creando sombras y perspectivas que refuerzan la atmósfera de claustrofobia y desesperación. El uso del color es deliberado, con tonos apagados y apagados que simbolizan el declive moral y físico de Elsie. Cole logra crear una sensación palpable de incomodidad, pero a veces la dirección se ve afectada por una ejecución técnica un tanto predecible, especialmente en las secuencias de acción, que se sienten un poco forzadas y desentonan con el tono general de la película. El diseño de sonido es, sin duda, uno de los pilares del éxito de la producción, logrando recrear una atmósfera de terror omnipresente.

En definitiva, “The Jack in the Box: El Despertar” es una película que, aunque no sea un hito del género, consigue ofrecer una experiencia cinematográfica inquietante y reflexiva. Su exploración de la culpa, el sacrificio y la naturaleza oscura del alma humana, aunada a una actuación destacada de Sarah Walker, la convierten en una propuesta recomendable para aquellos que buscan algo más allá de los clichés del terror tradicional. Es una película que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales han comenzado a rodar.

Nota: 7/10