The Last Shift (2020)

“The Last Shift” no es una película que te haga llorar a mares ni que te deje con una reflexión profunda que dure años. Es, sin embargo, una pequeña joya cinematográfica que, a pesar de su premisa aparentemente sencilla, logra evocar una poderosa sensación de nostalgia y melancolía. La película, dirigida por Steven Soderbergh, se centra en Stanley (Peter McDonald), un empleado de una cadena de comida rápida que, tras 38 años, se prepara para su último turno nocturno. Este viaje personal se complica cuando se le encomienda entrenar a su sucesor, Jevon (Robert Beltran), y de esta interacción inesperada se despunta la narrativa.

Soderbergh, conocido por su versatilidad y su capacidad para abordar temas cotidianos con una mirada fresca, imprime a "The Last Shift" una atmósfera particular, marcada por la luz y la sombra. El uso de la iluminación es magistral, intensificando los momentos de introspección de Stanley, y contribuyendo a la sensación de un mundo nocturno, en cierto modo, desolador. No se trata de un melodrama grandilocuente, sino de una observación cuidadosa y respetuosa de un trabajador que se enfrenta a la obsolescencia. Soderbergh evita la sentimentalidad fácil, permitiendo que la historia respire y que los personajes evolucione de manera orgánica.

La actuación de Peter McDonald como Stanley es, sin duda, el corazón de la película. McDonald ofrece una interpretación sutil y profundamente conmovedora. Su interpretación va más allá de la simple representación de un hombre envejecido; captura la dignidad, la resignación y, quizás, el orgullo de un hombre que ha dedicado su vida a un trabajo repetitivo pero que también le ha proporcionado sustento y, quizás, incluso, un sentido de propósito. Robert Beltran, como Jevon, complementa a Stanley, aportando una vitalidad juvenil que contrasta con la experiencia del protagonista. La química entre los dos actores es notable, generando momentos de humor e incluso de cierta empatía. No obstante, la película no se concentra en la relación entre ellos, sino en la soledad existencial de Stanley.

El guion, adaptado de un cuento de Jonathan Wright, es minimalista pero efectivo. Se centra en los pequeños detalles de la vida de Stanley: la preparación de la comida, las conversaciones superficiales con sus compañeros de trabajo, los recuerdos fugaces que surgen en su mente. La película evita las explicaciones y se permite que la historia se desarrolle a través de la observación y la experiencia. Es una película que te obliga a llenar los espacios en blanco, a imaginar el pasado de Stanley y a reflexionar sobre su futuro. La fuerza de “The Last Shift” reside en su simplicidad y en su capacidad para evocar emociones auténticas. No es una película para todos los gustos, pero si buscas una experiencia cinematográfica honesta, contemplativa y emocionalmente resonante, “The Last Shift” merece la pena.

Nota: 7/10