“The Locusts” es una película que se instala en la memoria con la persistencia de una mosca de verano, no por su brillantez, sino por su atmósfera opresiva y los personajes que la pueblan. La película, dirigida por Robert Solomon, nos transporta a las áridas tierras de Missouri a principios del siglo XX, un escenario que, aunque visualmente sugerente, termina siendo más un telón de fondo que un elemento central de la historia. La película explora temas de abandono, violencia doméstica y la lucha por la identidad en un contexto rural y marginado, pero no logra profundizar lo suficiente en estos asuntos, reduciéndolos a momentos fugaces de drama.
La dirección de Solomon es competente, especialmente en el manejo de la luz y la sombra, creando una sensación constante de inquietud y vulnerabilidad. Sin embargo, a veces la película se deja llevar por una estética visual demasiado recargada, con planos demasiado largos o composiciones que, aunque estéticamente agradables, no aportan información o emoción a la trama. A pesar de ello, el ritmo, a pesar de las pausas, es pausado y deliberado, lo cual crea una tensión sutil pero efectiva, contribuyendo a que el espectador se sienta parte de la rutina desesperada de los habitantes del rancho.
El núcleo de la película reside en las actuaciones de sus protagonistas. James Coburn, como Clay Hewitt, ofrece una interpretación notable. Coburn transmite una mezcla de melancolía y determinación que hace que la figura del forastero sea inmediatamente atractiva y, a la vez, profundamente misteriosa. Pero el verdadero corazón de la película es el joven Richard Gere, quien da una interpretación visceral y conmovedora como Flyboy. Gere, en un papel que no le da demasiadas oportunidades, logra captar la fragilidad y el miedo del muchacho de forma impecable. La química entre Coburn y Gere es palpable y fundamental para el éxito de la película. El resto del reparto, aunque competente, no alcanza el mismo nivel de intensidad.
El guion, adaptado de la novela homónima de Wyndham Lewis, presenta algunas fallas. Si bien la premisa es interesante y el trasfondo social es pertinente, la trama se complica innecesariamente, introduciendo elementos que no están del todo integrados en la narrativa. El giro final, aunque sorprendente, resulta algo forzado y carente de una justificación emocional profunda. La historia se construye sobre una promesa de revelaciones impactantes que, en última instancia, no se cumple plenamente. La relación entre Delilah y Flyboy, la clave para entender el desarrollo de la trama, se presenta de forma algo superficial, perdiendo la oportunidad de explorar las motivaciones que impulsan a la viuda a tratar a su hijo de esa manera.
En definitiva, “The Locusts” es una película que invita a la reflexión, pero que no consigue alcanzar su potencial. Es un trabajo desigual, con momentos brillantes y otros más flojos, que destaca por sus atmósferas sombrías y las actuaciones convincentes de sus protagonistas. Es una película que te quedará en la mente, pero que no te dejará una impresión duradera.
Nota: 6/10
