“The Mustang” (El Mustang) no es una película para ir a buscar un escape rápido y emocionante, aunque su premisa visualmente impactante lo sugiera. Roman Coleman, interpretado magistralmente por Matthias Schoenaerts, es un hombre consumido por la ira y la violencia, condenado a un futuro sombrío. La historia, a primera vista, podría parecer un cliché de redención a través del trabajo animal, pero “The Mustang” se distingue por su enfoque sutil, su atmósfera densa y la conexión emocional profunda que establece entre el protagonista y los caballos salvajes de Wyoming.
La dirección de Roman Barrett es elegante y deliberada. No se apresura a mostrar la transformación de Coleman. En cambio, se centra en la observación, en el silencio, en la lente que analiza la creciente conexión entre él y los mustangs. El uso de la naturaleza como telón de fondo es exquisito: las vastas praderas de Wyoming, el viento implacable, la lluvia torrencial, todo contribuye a crear un ambiente opresivo y a subrayar la soledad de Coleman. La fotografía de Linus Sandgren es especialmente notable, empleando una paleta de colores apagados y saturaciones medias que reflejan el estado emocional del protagonista. Se percibe una gran atención al detalle, y la película parece diseñada para la contemplación, invitando al espectador a reflexionar sobre temas como la soledad, el arrepentimiento y la posibilidad de la redención.
El papel de Matthias Schoenaerts es, sin duda, el corazón de la película. Su interpretación de Roman es ambivalente, un hombre roto por una violencia incontrolable, pero que muestra destellos de vulnerabilidad, de anhelo por la conexión humana y animal. La complejidad de su personaje, su melancolía latente y su lucha interna son palpables a través de su mirada y su lenguaje corporal. El actor transmite una intensidad silenciosa que contrasta de manera efectiva con el paisaje vasto y silencioso que lo rodea. Las escenas que involucran la interacción con los caballos son especialmente emotivas y convincentes, y se percibe una genuina admiración por la relación que se desarrolla entre ambos. La conexión no es sentimental, sino basada en el respeto mutuo y la comprensión.
El guion, escrito por Matt Bissonnette, no se basa en golpes dramáticos o frases grandilocuentes. La historia avanza a un ritmo pausado, permitiendo que las emociones se desarrollen orgánicamente. El guion aborda temas de abuso, trauma y la búsqueda de un propósito en la vida, pero sin caer en la melodramatización. La trama principal, centrada en la competencia de entrenamiento de mustangs, funciona como un catalizador para la transformación de Coleman, permitiéndole confrontar sus demonios internos y encontrar una forma de redención. Es una historia sobre el poder de la naturaleza, la disciplina y la importancia de la conexión con lo salvaje.
Aunque la película puede resultar lenta para algunos espectadores, "The Mustang" es una obra cinematográfica potente y contemplativa. Es una historia sobre la redención, la pérdida y la búsqueda de un nuevo comienzo, contada con una sensibilidad y una belleza visual excepcionales. Una película que te hace pensar y que te deja con un sabor agridulce en la boca.
Nota: 7.8/10