The Old Man & the Gun (2018)

“The Old Man & The Gun” es, en su esencia, una película sobre la persistencia, la sorpresa y el poder de la conexión humana en un mundo que se nos antoja predecible. Christopher Nolan, que se aleja momentáneamente de las telonas grandiosas que lo han caracterizado, entrega una historia basada en hechos reales que, a pesar de su aparente sencillez, se revela como una meditación sobre la longevidad, el deseo de dejar una huella y la búsqueda inesperada del amor en los años dorados. La película no se concentra en las elaboradas maquinaciones de un criminal, sino en la figura de Forrest Tucker, interpretado con una belleza desarmante por Norman Reedus. Su Forrest no es un malvado despiadado, sino un hombre con un pasado marcado por la libertad y una sed de experiencias que se ve amenazada por la rutina y el encierro.

La dirección de Nolan es particularmente efectiva en cómo construye la atmósfera de la película. Evita los clichés del género de acción y se centra en los pequeños detalles: la luz que se filtra por las ventanas del hogar de jubilados, el sonido de las botas de Tucker al caminar, el brillo en sus ojos al mirar a Jewel, la mujer con la que encuentra un nuevo propósito. Estos detalles, aparentemente insignificantes, contribuyen a un retrato íntimo y sorprendentemente conmovedor del personaje. Se aprecia un estilo visual elegante, que oscila entre lo documental y lo cinematográfico, reforzando la sensación de estar observando un momento particular en la vida de un hombre que ya ha visto mucho.

La actuación de Norman Reedus es, sin duda, el corazón de la película. Logra transmitir la vulnerabilidad y la determinación de Tucker con una sutileza impresionante. Su presencia en pantalla es magnética, y la relación que desarrolla con Margo Martindale, que interpreta a Jewel, es el eje central de la narrativa. Martindale ofrece una interpretación poderosa y llena de matices, explorando la complejidad de una mujer que encuentra en Tucker un compañero improbable pero genuino. El resto del reparto, como Robert Duvall en un breve pero memorable papel, complementan la historia con brío. No obstante, la película no descansa en el melodrama, sino que se mantiene con un tono realista que enfatiza la evolución emocional de los personajes.

El guion, adaptado de la no ficción de David Thomson, es inteligente y evita caer en la glorificación de la actividad criminal. Se centra en las consecuencias de las acciones de Tucker, no en su éxito. La película sugiere que la verdadera riqueza reside en la conexión con otra persona, y que el deseo de libertad puede manifestarse en formas inesperadas. La tensión se construye gradualmente, a través de la planificación de los atracos, pero siempre con un énfasis en la humanidad de los personajes involucrados. Aunque el ritmo pueda parecer pausado para algunos, esta lentitud consciente permite una inmersión completa en la vida de Forrest Tucker, un hombre que, a sus ochenta años, decide desafiar las expectativas y buscar una última aventura. La película invita a reflexionar sobre la juventud, el amor y el valor de la vida, incluso cuando el tiempo se vuelve un enemigo implacable.

Nota: 8/10