The Owners (Los propietarios) (2020)

“The Owners (Los propietarios)” es, paradójicamente, una película que se presenta como un thriller de suspense, pero acaba ofreciendo una experiencia que se inclina más hacia un drama doméstico tenso y, en ocasiones, deliberadamente desconcertante. No es una película que se deje llevar por la adrenalina o los giros de guion típicos del género; en cambio, explora la vulnerabilidad, la soledad y la fragilidad de la vida cotidiana con una precisión inquietante.

La dirección de Robert King y Justin Lee Collins es magistral en su sencillez. Evitan caer en la espectacularidad, prefiriendo un enfoque realista y minimalista que crea una atmósfera de constante tensión. Utilizan la iluminación y la composición de la cámara para sugerir más de lo que muestran, empleando silencios prolongados y planos cortos para intensificar el nerviosismo. Hay una meticulosa atención al detalle, desde el diseño de la casa vacía hasta los gestos de los personajes, elementos que contribuyen a generar una sensación de incomodidad palpable y a que el espectador se sienta incómodo, como si estuviera siendo observado.

Las actuaciones son, sin duda, el corazón de la película. Michael Shannon ofrece una interpretación absolutamente brillante como el anciano James, un hombre atormentado por el pasado y por la soledad. Su presencia es magnética y cargada de dolor, y su personaje, a pesar de ser aparentemente pasivo, se convierte en la fuente principal de la tensión. Elaine Cassidy como Mary, su esposa, logra una mezcla perfecta de fortaleza y fragilidad, transmitiendo la desesperación silenciosa que siente al ver su vida desmoronarse. La química entre ambos actores es excepcional, creando una dinámica de poder sutil pero efectiva.

El guion, adaptado de la obra de teatro homónima, es deliberadamente ambiguo. No ofrece respuestas fáciles ni justificaciones claras para las acciones de los personajes. La película se centra en las consecuencias de los actos, en el daño que se provoca y en el ciclo de violencia que se genera. La falta de explicaciones no siempre es un punto fuerte; a veces, se siente como una excusa para evitar profundizar en las motivaciones de los personajes. Sin embargo, esta estrategia permite que la película permanezca en la mente del espectador mucho después de que terminan los créditos, invitando a la reflexión sobre temas como el acoso, el trauma y la naturaleza del mal. La película plantea preguntas inquietantes sobre la moralidad y la responsabilidad, sin ofrecer soluciones cómodas. El giro final, aunque no completamente inesperado, es impactante y deja una profunda sensación de inquietud.

En definitiva, “The Owners” es una película perturbadora pero fascinante. No es una experiencia fácil, ni es un entretenimiento ligero, pero sí es una película que merece la pena ver por su dirección impecable, sus actuaciones sobresalientes y su guion que invita a la reflexión. Es una película que se queda contigo.

Nota: 7/10