The Pale Door (2020)

“The Pale Door” (La Puerta Pálida) no es una película que te impacte de inmediato, sino que te va envolviendo progresivamente en un ambiente de tensión palpable, un susurro inquietante que se intensifica a medida que avanza la historia. Directada por Jack Heller, la película no busca la grandilocuencia de los westerns de terror, sino una atmósfera lúgubre y claustrofóbica que, para ciertos espectadores, puede resultar decepcionante. Sin embargo, para aquellos que disfrutan del género de terror psicológico, la película ofrece una experiencia perturbadora y relativamente original, aunque no sin sus debilidades.

La dirección de Heller se centra en la construcción de la atmósfera. La fotografía, en tonos grises y sepia, contribuye enormemente a este efecto, transformando el paisaje agreste del oeste americano en un lugar desolado y hostil. La película se beneficia de planos largos, que permiten al espectador absorber el ambiente y sentirse parte del aislamiento que experimentan los personajes. Sin embargo, la lentitud, que es una de las claves de la película, puede resultar un obstáculo para algunos. Heller evita los sobresaltos típicos del género, privilegiando la sugestión y el desarrollo lento de la paranoia. Este enfoque, si bien efectivo para crear una sensación de incomodidad, no siempre resulta ser el más atractivo.

Las actuaciones son sólidas, particularmente destacando la de Ben Foster como Caleb, el hermano mayor, un hombre atormentado por su pasado y forzado a proteger a su hermano menor. Foster ofrece una interpretación matizada, transmitiendo la desesperación y la lucha interna del personaje con una economía de gestos. Michael Shannon, por otro lado, interpreta a Eli, el sheriff local, con una intensidad que se alterna entre la calma inquietante y la locura creciente. La química entre ambos actores es uno de los puntos fuertes de la película, alimentando la tensión entre los personajes y el público.

El guion, escrito por Heller y Aaron Porter, es donde reside el mayor punto débil de la película. Si bien la premisa es intrigante y se plantea un buen trasfondo en términos de secretos familiares y maldiciones, la ejecución se siente a veces torpe. Se establecen ciertos elementos de misterio que no se desvelan del todo de manera satisfactoria, dejando algunas preguntas sin respuesta y generando un sentido de incompletud. La trama no evoluciona con la fuerza que podría tener, y el ritmo a veces se siente irregular, alternando momentos de tensión considerable con escenas que parecen desbordadas y innecesarias. El enfoque en el desarrollo psicológico de los personajes, aunque interesante, no compensa la falta de una trama más sólida y convincente.

A pesar de sus fallos, “The Pale Door” ofrece un ejercicio interesante sobre el horror psicológico y el western. No es una obra maestra, pero cumple su cometido de generar una sensación de inquietud persistente en la mente del espectador. Es una película que invita a la reflexión sobre el trauma, la familia y la oscuridad que se esconde en los lugares más remotos. Es, en definitiva, una película que se queda contigo, aunque no te deje una impresión duradera o fácilmente digerible.

Nota: 6/10