Cruce de caminos (2013)

“Cruce de caminos” no es precisamente una película que te deje con el corazón lleno de esperanza, pero sí que ofrece un entretenimiento visceral y, en algunos momentos, perturbador. Dirigida por David Cronenberg, conocido por su exploración del cuerpo y la mente, la película se adentra en un territorio moralmente ambiguo, planteando preguntas incómodas sobre la responsabilidad, la redención y los límites del deseo. La historia, en esencia, sigue el viaje de Luke (Ryan Gosling), un artista circense con un pasado turbio y una inclinación por la reinvención, que se ve catapultado a la paternidad de manera abrupta. Su inesperada paternidad lo obliga a tomar decisiones drásticas, y la película no juzga ni excusa su caída en el crimen.

Gosling, como siempre, ofrece una interpretación magistral. Su Luke es un personaje complejo y, a menudo, profundamente contradictorio. Logra transmitir con sutileza la desorientación, la frustración y, a veces, hasta la vulnerabilidad de un hombre que se siente completamente perdido. La química entre Gosling y Eva Mendes, quien interpreta a Romina, su antigua amante, es palpable, aunque su relación, que se desarrolla a lo largo de la película, es más un reflejo de las dificultades de la paternidad que una historia de amor convencional. La película no se queda en la sentimentalidad; es una relación marcada por la ambivalencia y el dolor.

Cronenberg, a su manera característica, no rehúsa el gore y las imágenes impactantes. Sin embargo, aquí no parece ser el objetivo principal. Lo que sí busca es explorar la fragilidad de la moralidad humana, la facilidad con la que se pueden romper los límites y las consecuencias de nuestras decisiones. La dirección de Cronenberg es precisa, enfocándose en los detalles que contribuyen a la atmósfera opresiva y claustrofóbica de la historia. Las escenas de persecución, coreografiadas de forma tensa y realista, son especialmente notables, aprovechando al máximo las habilidades de Gosling como motociclista. La película, en general, logra mantener la tensión y la incertidumbre hasta el final.

La película también destaca por su banda sonora, que acompaña a la perfección las escenas de acción y las reflexiones introspectivas. La ambigüedad moral del personaje de Avery Cross (Bradley Cooper) es un elemento clave, no como un simple antagonista, sino como un reflejo de la lucha interna de Luke. Cooper ofrece una interpretación sólida, aunque su personaje, si bien interesante, carece un tanto de profundidad comparado con el de Gosling. La relación entre Cross y Luke es un motor importante de la trama, impulsando la acción y obligando a Luke a tomar decisiones cada vez más difíciles.

“Cruce de caminos” no es una película fácil de ver, ni tampoco especialmente alegre. Es una experiencia cinematográfica intensa, que exige la atención del espectador y que invita a la reflexión. Si bien la premisa podría haber sido predecible, la ejecución es inteligente, con actuaciones convincentes y una dirección precisa. Es un ejemplo de cómo Cronenberg puede explorar los rincones más oscuros de la psique humana, y una muestra de la ambivalencia inherente a la condición humana.

Nota: 7/10