The Prince of Egypt: The Musical (2023)

“El Príncipe de Egipto: La Música” no es simplemente una adaptación teatral de la película animada de DreamWorks; es una experiencia visceral que intenta, y en muchos aspectos logra, encapsular la magnitud y el dramatismo del Éxodo. Luke Brady, como director, se enfrenta a un desafío monumental: traducir al escenario la magia de la animación y, al mismo tiempo, ofrecer una producción con su propio peso dramático. Lo logra, aunque no sin algunas tensiones inherentes a la transición del formato cinematográfico al musical. La puesta en escena, inmensa y colorida, es sin duda uno de los puntos fuertes. Desde la recreación del Río Nilo, con sus burbujas de agua que inundan el escenario, hasta las opulentas vestimentas y el diseño de los sets, la producción respira la época y el significado histórico de la historia.

La banda sonora, compuesta por Christine Allado, eleva la narrativa de forma espectacular. Las melodías son inmediatamente reconocibles, tomando elementos de la banda sonora original pero expandiéndolos y enriqueciéndolos con arreglos orquestales impresionantes. La voz de Allado, especialmente en los números más emotivos, es potente y llena de sentimiento. Sin embargo, a veces, la instrumentación se siente un poco abrumadora, dejando que la voz del protagonista, Alexia Khadime, se pierda un poco entre la riqueza sonora. Khadime ofrece una interpretación sólida de Moisés, transmitiendo tanto su conflicto interno como su creciente determinación, aunque su rango vocal no siempre alcanza las notas más altas con la misma convicción.

El guion, adaptado de la novela de Deborah Harkness, se toma ciertas libertades con la narrativa original, profundizando en las emociones y motivaciones de los personajes. Se presta una atención considerable a la relación entre Moisés y Ramsés, añadiendo capas de complejidad a su conflicto. La representación de la divinidad, aunque visualmente impactante, podría considerarse un poco simplificada en comparación con la complejidad teológica de la Biblia. La inclusión de elementos modernos, como la música pop en la corte de Ramsés, es una decisión arriesgada que, si bien busca conectar con el público contemporáneo, a veces diluye el impacto de la historia original. Se enfatiza, correctamente, la lucha interna de Moisés y el peso de la responsabilidad que asume.

No obstante, la producción consigue transmitir la esencia misma de la leyenda. La película logra capturar la desesperación del pueblo hebreo oprimido, la coraje de Moisés frente a la inmensidad del faraón y la esperanza de la liberación. La coreografía, dinámica y expresiva, complementa a la perfección la música y el drama. “El Príncipe de Egipto: La Música” es, en definitiva, una experiencia teatral grandiosa, un espectáculo visual y auditivo que, aunque no sea perfecto, ofrece un homenaje conmovedor y épico a una de las historias más importantes de la fe y la historia. Se presenta como un evento cinematográfico y musical que merece la pena ser visto, no solo por sus espectaculares efectos visuales, sino por su capacidad para evocar emociones profundas y universales.

Nota: 7.5/10