“The Prom” es un pastel de azúcar con una base sorprendentemente profunda. Inicialmente, se presenta como una comedia ligera, un vehículo para las actuaciones exuberantes de un elenco de estrellas que claramente disfrutan de la experiencia. Sin embargo, tras la capa inicial de optimismo y risas fáciles, emerge una película que aborda temas sociales importantes con una sensibilidad, aunque a veces un poco simplificada, que merece la pena contemplar. La película, dirigida por Ryan Murphy, se beneficia de su habitual exuberancia visual y de sus abundantes cameos, pero su núcleo emocional es lo que realmente la sostiene.
La dirección de Murphy, como suele ser su costumbre, es grandilocuente. Las escenas en Indiana, el pequeño y conservador pueblo de Harmony, están visualmente ricamente decoradas y se sienten auténticas. La película se sumerge en la cultura del pueblo, utilizando la música, la arquitectura y las interacciones sociales para crear un ambiente palpable. Si bien a veces la estética se acerca a lo demasiado, la intención de sumergir al espectador en el microcosmos de Harmony es evidente y, en general, efectiva. Murphy se permite licencias creativas que, en ciertos momentos, resultan exageradas, pero la película está llena de momentos de brillantez visual y un ritmo general bien controlado, a pesar de la abundancia de personajes.
El elenco es, sin duda, el punto fuerte de la película. Meryl Streep, por supuesto, es brillante como la estrella de teatro Lola, ofreciendo un arco de personaje inesperadamente conmovedor. La química entre Carey Mulligan, que interpreta a la tímida y reservada Alyssa, y Andrew Scott, quien interpreta al director de teatro Elliot, es palpable y aporta una profundidad emocional que equilibra la comedia. Aunque el elenco se compone principalmente de estrellas de renombre, cada uno aporta un toque distintivo a sus papeles, evitando clichés y ofreciendo interpretaciones sinceras. La comedia se beneficia enormemente de la entrega natural de las actuaciones, evitando el humor forzado y permitiendo que los personajes resalten de forma genuina.
El guion, a pesar de su premisa central, es donde la película presenta sus mayores debilidades. La narrativa, en general, se siente un poco simplificada y a veces demasiado didáctica. Si bien el mensaje sobre la aceptación y la inclusión es valioso, la película a menudo lo entrega de manera directa y sin matices. Algunos de los personajes secundarios, aunque interesantes en concepto, se sienten desarrollados de forma superficial. Sin embargo, el núcleo del conflicto – la lucha de la joven Addison (Juni Fuentes) por salir con su novia – es convincente y establece un fuerte vínculo emocional con el espectador. La película, en su intento de abordar temas complejos, por vezes sacrifica la sutileza a favor de la claridad, aunque esto contribuye a una experiencia accesible para un amplio público.
A pesar de sus defectos, “The Prom” es una película que, en última instancia, consigue ser entretenida y, en cierto modo, inspiradora. Logra ser unida por una fuerte sensación de optimismo y un mensaje fundamental sobre la importancia de la aceptación. Si buscas una película fácil de ver y que te deje con un buen sabor de boca, “The Prom” cumple con creces. Pero aquellos que esperan una exploración profunda de las complejidades de la identidad de género o de la discriminación, podrían sentirse un poco decepcionados. Es una película que, a su manera, ofrece un consuelo y una alegría necesarios.
Nota: 7/10